Beatriz de Holanda cumple 85 años: así fue su boda

Beatriz de Holanda cumple 85 años: así fue su boda

La ciudad de Baarn vio nacer a Beatriz de Holanda el 31 de enero de 1938, reina de los Países Bajos durante 33 años y madre del actual monarca, que hoy cumple 85 años. Era la primera hija de la entonces princesa Juliana de Holanda y del príncipe Bernardo. Pero la calma duró poco para la pareja y la pequeña Beatriz: Adolf Hitler dejó ver que la boda de Juliana con un conde alemán suponía una alianza entre Alemania y los Países Bajos y, tras la ocupación nazi, la pareja se marchó con sus dos hijas a Reino Unido y después a Canadá.

Poco podía imaginar aquella niña nacida para ser reina que su historia de amor guardaría tanto parecido con la de sus padres. En el verano de 1964, la heredera acudió a la boda de la princesa Tatiana de Sayn-Wittgenstein-Berleburg, y en la fiesta preboda conoció al diplomático alemán Klaus von Amsberg. Su pasado estaba lejos de ser inmaculado: había pertenecido a las Juventudes Hitlerianas y había servido en la Whermacht, las fuerzas armadas de la Alemania nazi.

Pero la princesa Beatriz no estaba dispuesta a que el pasado de su amado impidiera su boda. Ni el pueblo holandés ni la familia de la novia (su padre era su único cómplice) parecía dispuesta a aceptar a Claus, y fue necesaria la aprobación del Parlamento y que él rechazara la nacionalidad alemana y aceptara la holandesa para que la pareja pudiera anunciar su compromiso. No fue fácil, pero la amenaza de huelga de hambre de la heredera si no la dejaban casarse con el amor de su vida hizo efecto.

Ese no fue su único gesto de terquedad: le ofrecieron casarse en la tranquilidad de La Haya, pero ella quería una boda por todo lo alto en Ámsterdam, y así se hizo.

Beatriz de Holanda: un vestido de novia con el bordado más especial

Si el romance había estado lleno de obstáculos, la boda no iba a ser menos. Se casaron el 10 de marzo de 1966, en una doble ceremonia: civil, en el Ayuntamiento de Ámsterdam, decorado con flores de los colores de la bandera holandesa, y religiosa, en la iglesia de Westerkerk. Durante el desfile, se lanzó una bomba de humo que impactó en el carruaje e hizo saltar las alarmas, aunque todo quedó en un susto, y también recibieron una lluvia de bicicletas, símbolo de la ciudad, por parte de aquellos manifestantes que esperaban que la novia se lo pensara mejor y no pronunciara el ‘sí, quiero’.

Las protestas en la calle no consiguieron ensombrecer la felicidad de la novia, incapaz de borrar de su rostro una enorme sonrisa. La princesa Beatriz escogió a la diseñadora Caroline Bergé-Farwick de Maison Linette para su vestido de novia. Bergé-Farwick era una de las modistas habituales de la familia real holandesa pero la princesa Beatriz tenía las ideas bastante claras y no le dejó mucho margen de maniobra. El diseño estaba realizado en seda y satén (los tejidos habían sido especialmente confeccionados para el diseño en la localidad francesa de St. Etienne) y llamaba la atención por su cuerpo entallado de escote cuadrado y manga francesa.

La parte inferior estaba compuesta por dos piezas: una falda tubo sobre la que caía el vestido con una cola de más de cinco metros de longitud. En la parte delantera la falda llevaba bordada la tiara escogida por la princesa Beatriz, la tiara de Württemberg, que sujetaba un voluminoso velo corto de tul. La espectacular tiara fue realizada en 1897 para su abuela, la reina Guillermina.

Una de las características de esta tiara es que se puede usar de cuatro formas diferentes y, para su boda, la princesa Beatriz eligió lucirla con todos sus elementos. La tiara está realizada con diamantes engastados que se combinan con 35 perlas redondas y 11 perlas en forma de pera, y debe su nombre a que se ha especulado en muchas ocasiones con que podría ser una versión remodelada de una tiara que perteneció a Sofía de Wurtemberg, reina de los Países Bajos en la segunda mitad del siglo XIX, pero nunca ha sido confirmado.

Aunque su primera propietaria no la usó en muchas ocasiones, su hija Juliana sí la lució en importantes viajes al extranjero y creó una fundación, a la que actualmente pertenece esta pieza, para que no pudiera ser vendida ni formara parte de ninguna herencia personal. Fueron muchas las ocasiones en las que la reina Beatriz lució la tiara durante su reinado, más allá de su boda, incluidos viajes de Estado o la boda del príncipe Federico y Mary de Dinamarca.

Aunque no fue la pieza que escogió para su boda, la actual reina, Máxima de Holanda, también ha llevado la tiara Württemberg en numerosas ocasiones, la última de ellas el pasado mes de noviembre, cuando participó en una cena de Estado en honor de presidente de Italia en Ámsterdam.

Dos últimos detalles que no pasaron desapercibidos en el look nupcial de Beatriz de Holanda fueron su ramo de novia y sus largos guantes blancos que llevó durante toda la ceremonia y posterior celebración. El ramo estaba diseñado por Abel Verheijen con Eucharis y lirios del valle (la flor favorita de Lady Di). Los guantes blancos, símbolo de poder y distinción, eran el complemento indispensable de Jackie Kennedy en los años 60, sobre todo durante sus años en la Casa Blanca. La entonces princesa Beatriz también hizo suyo este gesto de estilo que completó un look nupcial que sigue siendo considerado uno de los más elegantes de las royals y que ha sobrevivido excelentemente al paso de los años.




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