En una pequeña capilla de la remota isla georgiana de Cumberland, alejados de cualquier foco mediático y en un sobrio enlace completamente secreto contrajeron matrimonio en 1996 Carolyn Bessette y John F. Kennedy. Después de darse el «sí, quiero», el pequeño grupo de invitados y el matrimonio se desplazó hasta el hotel de estilo colonial Greyfield Inn para disfrutar de una recepción con un menú protagonizado por camarones, pez espada y una tarta de tres pisos que degustaron antes de que sonara la canción de los novios, Forever in my life, de Prince. Todo lo que se conoce del enlace forma parte del testimonio que los invitados, del fotógrafo Denis Reggie y de todos los que le ayudaron a idear su estilismo de novia, como el diseñador Narciso Rodríguez.
Carolyn Bessette y Narciso Rodríguez se conocieron trabajando en Calvin Klein. Desde el momento en el que entraron en contacto, el flechazo entre ambos les llevó a consolidar una relación de amistad tan potente que ella escogió al diseñador para crear el que sería el vestido más importante de su vida. Lo hizo justo a las puertas de crear su propia marca, la misma que ha vestido a personalidades como Michelle Obama y que hoy en día cuenta con una de la gama de perfumes más demandados en el mundo. La misma que, también recientemente, ha creado una de las colaboraciones que sellan la industria de la moda en este final de año, la de Narciso Rodríguez con Zara.
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Cuando Carolyn Bessette confió en su compañero para diseñar el vestido de novia le pidió que fuera un diseño acorde a su estilo: sencillo, pero sensual. Y así, bajo esta pauta, el diseñador creó uno de los diseños lenceros más alabados de la historia de la moda.
Aquel día de septiembre de 1996, Carolyn irradió elegancia con un diseño sencillo sin mangas fabricado en seda y corte al bies que perfectamente podría ser una opción que encontraríamos hoy en día en tiendas.
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Alejado de los vestidos de novia excéntricos y rococó que reinaron hasta poco antes de su boda, la publicista se enfundó en una silueta con escote cascada ajustado a su cuerpo hasta la zona de la cadera, donde cayó de manera fluida hasta los pies con ligera campana en el bajo. Lo que distinguió principalmente a este diseño de la labor que Narciso realizaba en Calvin Klein fue su espectacular espalda, que, descubierta hasta su mitad, incluyó volantes superpuestos verticales en tul, a juego con el tejido del velo y de los guantes largos que llevó.
Cuando las imágenes de la boda se hicieron públicas, Carolyn Bessette terminó de conquistar a todos los apasionados y seguidores de las últimas tendencias en moda, pero además, ayudó a que Narciso Rodríguez diera el salto definitivo en la industria. Un empujón meritorio evidente en la trayectoria de uno de los creativos de moda que resurgen en los temas de conversación más fashionistas hoy.
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