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El libro autobiográfico escrito por Harry de Inglaterra sigue dando que hablar. En esta ocasión hemos sabido algunas anécdotas que vivieron el príncipe y su esposa, Meghan Markle, durante el parto de su primer hijo, Archie. El niño vino al mundo el 6 de mayo de 2019 en el Hospital Portland de Londres. Sus padres lo tenían preparado y en cuanto Meghan sintió los primeros síntomas pusieron rumbo al hospital. Lo hicieron de noche y a escondidas, según narra el propio Harry. Meghan había probado varios remedios homeopáticos para facilitar el nacimiento pero parece que el bebé se resistía. El príncipe, que sigue creando polémica con la familia real británica, estaba muy nervioso y por eso decidió tirar de dos curiosos remedios que tenía a su alcance: pollo del Nando´s, que le trajeron sus guardaespaldas, y una botella del famoso gas de la risa “que tenía Meg al lado de su cama. Le di varias caladas lentas y profundas”.
Mientras el príncipe tomaba el gas, Meghan botaba en una pelota de Pilates con la intención de acelerar el parto y tener menos dolores. Sin embargo, según cuenta en su libro Harry, a ella no le funcionó pero “yo volví a darle unas cuantas caladas y también terminé botando”. Cuando Meghan empezó a tener fuertes contracciones llegó la enfermera para darle más gas, pero no pudo porque se lo había acabado el príncipe. Lo siguiente que intentó la duquesa de Sussex fue meterse en una bañera con velas y música relajante… Pero lo más curioso es que Harry le puso al lado un marco con la foto de su madre, Lady Di.
Pese a todo, Meghan, finalmente, tuvo que recurrir a la epidural en un parto que duró menos de dos horas desde ese momento. Tras esta experiencia, los duques de Sussex lo hicieron muy diferente en el parto de su segundo bebé, una niña que se llama Lilibet, en honor a su bisabuela Isabel II.
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