La Prohibida: «Yo he tenido dramas, pero la mayor parte de mi vida ha sido apoyo»

La Prohibida: «Yo he tenido dramas, pero la mayor parte de mi vida ha sido apoyo»

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    Es complicado sentarte enfrente de alguien que representa a dos personas totalmente diferentes. Eso nos ha pasado con esta artista, que se presentó en nuestra cita como Luis y se transformó en La Prohibida. Una travesti que triunfa en los escenarios de toda la geografía española con su arte. Prefiere que la llamemos Travesti a Drag Queen. Más adelante nos lo explicará. Sus comienzos fueron en Italia y cuando volvió, rápido se hizo un hueco en esta categoría artística, gracias entre otras a Alaska. Cuenta que no le costó decírselo a su familia, porque nunca ha dejado que nadie decida en su vida. Eso era la época de los noventa, hoy La Prohibida se ha convertido en un referente del cabaret. También es requerida en muchos programas de televisión como ‘Sálvame Mediafest’, donde es jurado.

    ¿La Prohibida o Luis?
    Pues La Prohibida, porque estoy maquillada y arreglada, y Luis en este momento no existe. Es mi nombre artístico y que hay que respetar. Igual en el mundo de las travestis hay una mayor curiosidad. Cuando estoy arreglada soy La Prohibida, o Amapola para los amigos.

    ¿Tú eres actor o actriz?
    No, yo soy travesti del bar de ambiente y esa es mi formación y mi escuela. Estoy muy orgullosa de venir de ahí. A partir de ahí haces otras cosas, como en mi caso la música y colaboraciones en televisión. A las travestis nos pasa lo mismo que a las vedettes o a los payasos, que son profesiones muy difíciles, porque son categorías artísticas muy completas y, sin embargo, estamos vistas como artistas de segunda. Les pasa mucho a los cómicos, porque se valora más el drama que la comedia.

    «Empecé siendo drag queen y me convertí en travesti»

    Hablas de payasos, de vedettes y travestis, que son categorías diferentes, pero tienes que ser muy rápida mentalmente por la participación con el público.
    Es verdad. Interactuamos con el público. En el caso de las travestis, que no tenemos el visto bueno de mucha gente, llevamos años llenando salas. El público que viene nos respeta.

    Por curiosidad, ¿qué diferencia hay entre travesti y drag queen?
    Yo empecé siendo drag y me he convertido en travesti. Yo venía de trabajos de discoteca, donde solo lucía mi imagen como lo que viene siendo un florero, que es un trabajo muy digno. Yo admiraba a las de la vieja escuela como el Maestro Joao, que tenía mucha gracia.

    Pero en su caso, hacía de Rocío Jurado.
    Sí, pero interactuaba con el público. En los setenta se estilaba la imitación, aunque cada una se forjaba su propia personalidad.

    En tu caso, trabajas en Madrid y en pueblos, ¿sigues aceptando esos trabajos en pueblos pequeños aunque salgas en televisión?
    Claro que sí, porque es lo que más me gusta. Todo consiste en entretener. Cuando salgo al escenario el público me da una sonrisa y me da la energía que necesito.

    ¿Te acuerdas de la primera vez que te travestiste?
    Sí. Fue en Roma, donde vivía y estudiaba idiomas, que ya ves para lo que me han servido. Yo trabajaba para una cadena de discotecas y era muy sofisticado. Trabajaba de animación. Conocí a Paloma Cuervo, que es una ex vedette, y me dijo una noche: «Esta noche te vas a vestir de mujer”.

    ¿Cómo te sentiste?
    Me sentí con posibilidades y entendí la magia que provocaba al hacer de un personaje que no eres tú.

    «He tenido suerte de tener ángeles en mi carrera»

    En ese momento nace La Prohibida.
    Sí, me volví a España porque Italia era un país complicado para el tema LGTBI en aquellos años. Tuve mucha suerte porque aquí me acogieron muy bien, porque en la fiesta de la película ‘La flor de mi secreto’ me presentaron a Alaska, que luego me llamó para trabajar con ella en una gira. He tenido suerte de tener ángeles en mi carrera.

    ¿Cómo decides el nombre de La Prohibida?
    En aquella época yo veía mucho cine negro y me gustaban las mujeres fatales. No sabía si llamarme La Perdida o La Prohibida. Tampoco lo pensé mucho. No hay una historia interesante. Después, me quise cambiar el nombre por el de Amapola, porque creo que me representa mucho más, porque soy muy accesible y no soy nada prohibida. No tengo nada de peligrosa.

    ¿Cómo se lo dijiste a tu familia?
    No se lo dije, pero tampoco se lo oculté. Yo en aquella época ya era independiente y nunca le he dado opción a nadie para decidir ni intervenir en mis decisiones. Así que no hubo ningún problema. Me aceptaron, porque siempre tuve una vena artística.

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    ¿Para ser travesti o transformista necesariamente hay que ser gay?
    Yo conozco a muchos que no lo son. A los hombres siempre les ha gustado vestirse de mujer.

    ¿Hombres heterosexuales han intentado ligar contigo?
    Sí, porque cuando ven algo femenino les gusta.

    No tiene que ser fácil tener este trabajo y tener pareja.
    En todos los trabajos artísticos hay prejuicios, pero cuando lo conoces le pierdes el miedo. Yo he tenido chicos que les ha encantado que yo sea travesti, otros que se han alejado de mí cuando se han enterado, y otros a los que les ha dado exactamente igual.

    ¿Te presentaban a sus familias?
    Sí, porque cuando la gente se entera de que eres normal y pagas tus impuestos, ya piensan de otra manera.

    «Aunque me propusieran papeles de hombre, no los iba a hacer»

    Como artista, ¿te han llegado ofrecer papeles de hombre?
    Nunca, porque no me han visto nunca de hombre. Aunque me lo propusieran no lo iba a hacer.

    ¿Te costaría hacerlo?
    No, es que no lo quiero hacer y yo decido libremente.

    Hablas de libertad. Alaska dice que antes había más libertad que ahora.
    La puedo llegar a entender. Ahora la gente no tiene oportunidad de equivocarse, porque ahora un error significa mandar a la hoguera.

    ¿Has pasado miedo alguna vez?
    Claro. Pero cuando una habla de los dramas de su vida, no tiene porque haber pasado por una vida dramática. Yo he tenido dramas, pero la mayor parte de mi vida ha sido apoyo, estabilidad y relaciones sanas.

    Estilismo: María Álvarez. Maquillaje y peluquería: Javier Reyes para Furterer Agradecimientos: Marta Cariño. Calle de Silva, 4. Madrid. Telf.: 915 479 394 . www.martacarino.com

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