Las críticas veladas a la familia real, la guerra abierta contra los tabloides o el colonialismo británico han levantado ampollas en Reino Unido tras la emisión de los tres primeros capítulos de la docuserie de Netflix Enrique y Meghan. Pero no todo son polémicas. Meghan y Harry también han abierto su álbum personal para recordar cómo vivieron su boda, el 19 de mayo de 2018 en Windsor.
«El día de la boda entré en un estado de calma absoluta, solo quería una mimosa, un cruasán y poner la canción Go to the chapel, eso hice y fue genial. Sabía que cuando llegase al castillo habría un montón de gente pero no tanta», recuerda en el cuarto capítulo Meghan, dejando claro que aquel día fue uno de los más especiales de su vida.
Las calles de Windsor estaban abarrotadas y toda la expectación estaba puesta en el vestido de novia de Meghan. «Dimos muchas vueltas a cómo quería presentarse frente al mundo. Normalmente las bodas tienen 70 invitados pero esta la verían miles de millones. Tenía que ser impecable y perfecto», ha recordado la diseñadora Claire Waight Keller, por aquel entonces al frente de la casa Givenchy y encargada de crear el vestido de Meghan.
Más allá de su estado de ánimo y de su vestido, Meghan también ha dedicado unas palabras a Carlos III que cobran un especial significado dada la actual relación que mantienen. «El padre de Harry es encantador y le dije ‘He perdido a mi padre por esto, así que al ser mi suegro era importante para mí. Le pedí que me llevase al altar y me dijo que sí'», cuenta Meghan.
Fue Carlos III también quien les ayudó a elegir la orquesta para ese día, incluido un coro de gospel, haciendo historia, pues era la primera vez que una formación musical de estas características sonaba en una boda royal. «Tener su cultura representada en la boda fue increíble, rompía barreras sin estridencias«, cuenta la tenista Serena Williams, una de las amigas de Meghan Markle que ha participado en la docuserie.
El capítulo recoge algunas de las fotos del álbum personal de la pareja, desde las charlas informales entre los invitados en St George Hall, donde se celebró el banquete, al baile de los novios con la canción Land of 1000 dances sonando de fondo. «Quería que la boda fuera divertida. El baile fue como girar en un torbellino, fue genial», cuenta Meghan, que también recuerda otra de las anécdotas del enlace que tiene a su madre, Doria Ragland, como protagonista: «Cortamos la tarta con una espada. Fue genial y fantástico. Elton John empezó a cantar y no encontraba a mi madre porque se había ido a verle actuar».
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