El actor Alan Estrada cuenta su dramática experiencia en el sumergible desaparecido ‘Titán’

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    El mundo entero se ha quedado en shock estos días con la noticia del sumergible Titán, que, durante una expedición a los restos del Titanic a 4.000 metros de profundidad en las aguas del océano Atlántico, ha desaparecido tras perder las comunicaciones con la superficie. Tras días de incansable búsqueda contrarreloj, finalmente se ha dado por muertos a los 5 ocupantes después de que se haya terminado el oxígeno disponible en la cabina. Han sido varios los famosos que han confesado haber estado en este exclusivo submarino, como el director de cine James Cameron, que se sumergió hasta en 33 ocasiones mientras rodaba la película ‘Titanic’ -y en una quedó atrapado durante horas-, y ahora ha sido el actor de telenovelas mexicanas Alan Estrada el que ha recordado que él también estuvo en las profundidades en 2022… y no volvería jamás.

    A través de su cuenta de Twitter, el intérprete de telenovelas como ‘Amor letras por letra’ o ‘Amor bravío’ ha contado que, aunque todo salió bien, y su inmersión -que dejó documentada en julio de 2022 en Instagram y YouTube- duró algo más de 5 horas, no repetiría la experiencia, que deja claro que fue tensa. Y es que, aunque ha explicado que se puede vivir hasta cinco días con agua, comida y oxígeno y sabe que «en cuestiones de seguridad son muy cuidadosos», le dejaron cristalino que «es un sumergible experimental y los riesgos existen. Todos lo sabíamos».

    «No tuvimos una situación en la que yo sintiera que mi vida estuviera en peligro, pero sí era consciente de que estábamos haciendo una actividad extremadamente peligrosa, y que si algo salía mal sería peligroso, porque a esas profundidades el mayor riesgo es quedarse atorado con algo allá abajo, viendo los restos del Titanic es imposible que alguien te rescate», ha explicado. De hecho, también ha contado que, aunque su experiencia total duró unas 12 horas, el grupo anterior estuvo 27 porque ya entonces «algunas cosas no salieron bien».

    Precisamente porque sabe que cada inmersión es jugarse la vida, agradece la experiencia pero no piensa volver: «Es algo que ya hice, me gustó, tomé mis riesgos, estaba muy nervioso, estresado… y no, no hay necesidad de regresar. Me despedí y agradecí a Dios por la experiencia, por ser una de las 200 personas que han podido bajar», ha contado.



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