Una jornada más, la elección en materia de estilo ha copado toda la atención del último compromiso de Kate Middleton, que esta vez se ha celebrado dentro del Castillo de Windsor. La princesa de Gales se ha reunido esta mañana con un pequeño grupo de expertos con el objetivo de seguir llevando a cabo proyectos e iniciativas a través de la Fundación Real para la Primera Infancia, y tal y como sucedió hace tan solo unos días, en su último acto en solitario, un traje sastre ha sido su elección.
Un apuesta clásica y eficaz protagonizada por el binomio más clásico, el blanco y negro, con la que la futura reina de Inglaterra ha vuelto a hacer gala de la elegancia y el buen gusto que le caracterizan y la sitúan como una de las mejor vestidas de las casas reales europeas. Un auténtico referente en materia de estilo.
La sastrería se ha situado como un gran comodín para la princesa de Gales, sobre todo para los compromisos del día a día. Una fórmula que es sinónimo de sofisticación y que gracias a los complementos, puedes adaptar a todo tipo de ocasiones. En este caso, Kate ha optado por que posiblemente sea el traje de chaqueta más atemporal, el de color negro. La royal británica ha rescatado del armario una pieza de Alexander McQueen, una de sus firmas de cabecera, formado por americana estructurada con hombreras y solapas a contraste con peculiar forma diagonal y pantalones sastre clásicos de tiro alto y corte fluido.
El toque más especial llegaba con el body blanco que emula una camisa y llevaba bajo el dos piezas, un atractivo diseño cruzado de manga larga y detalles dorados en los hombros que también ha llevado en ocasiones anteriores, pertenece a la firma Holland Cooper y resulta realmente favorecedor al adaptarse inmediatamente a su figura.
Unos pendientes sencillos en dorado y con una pequeña perla, de la marca londinense Shyla ponían el broche final a una propuesta working girl idónea para estas fechas de invierno.
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