La discoteca de Íñigo Onieva sufre una macrorredada: 5 personas poseían drogas

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    Aunque parecía que la vida de Íñigo Onieva remontaba tras conseguir que Tamara Falcó le perdonara su infidelidad, decidieran volver a estar juntos y retomar sus planes de boda, estos días el empresario se ha llevado un buen susto, y es que se ha sabido ahora que el pasado 10 de febrero por la noche la discoteca en la que trabaja como director de imagen y relaciones públicas, Lula Club, sufrió una macrorredada en la que se presentaron, por sorpresa sobre la 1 de la madrugada, hasta 40 agentes en coches patrulla y motos, vestidos algunos de paisano y otros con el uniforme antidisturbios, tras tener indicios de que en el local podían estar teniendo lugar actividades ilegales relacionadas con armas blancas o drogas.

    Según ha informado el diario El Mundo, «la intervención en el local fue emprendida por los agentes de la UPR (Unidad de Prevención y Reacción) de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana y por los agentes del GOR de la Policía Nacional de la comisaría de Centro». A su llegada, la discoteca tuvo que parar su actividad durante varios minutos y el equipo de seguridad del sitio impedía la entrada de nuevos clientes mientras los agentes hacían su trabajo cacheando a los que estaban dentro. Casualidades de la vida, la presentadora Ana Rosa Quintana estuvo en Lula Club días antes de que esto ocurriera, aunque no es raro ver famosos en este local, pues es uno de los que están más de moda ahora mismo en la capital.

    La noche se saldó sin ningún detenido, pero al parecer sí se abrieron actas a 5 clientes por tenencia y consumo ilícito de drogas después de registrar la sala, los baños y los reservados del céntrico local madrileño, situado en el número 54 de la Gran Vía. La actuación policial se demoró alrededor de una hora y media, casi hasta las 3 de la mañana, aunque la discoteca pudo retomar su actividad normal mientras los agentes hacían su trabajo.

    Cabe destacar que durante la operación también se cercioraron de que toda la burocracia estuviera en orden, y no se detectó ninguna anomalía administrativa. Este tipo de redadas en la noche madrileña cada vez son más frecuentes precisamente por la política de ‘tolerancia cero’ con el consumo de estupefacientes y la exhaustiva vigilancia que se está llevando a cabo con el cumplimiento de la ley en materia de aforo. Sin ir más lejos, unos días antes era el Teatro Barceló el que sufría otra redada similar, donde se detectó un exceso de 600 personas.



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