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El embarazo de Hürrem estaba llegando a su recta final y, después de sufrir un intento de envenenamiento en el capítulo de ayer, no se fiaba de nadie: “Quiero que mi hijo tenga la opción de venir a este mundo sano y salvo”. Para mantenerla callada y tranquila, la madre sultana le ofreció unos nuevos aposentos para que pudiera dar a luz alejada del resto de concubinas, en El Sultán: “Ya que eres la favorita de mi hijo, deberías tener más comodidades”.
Lejos de allí, el ejército de Solimán celebró la victoria, mientras que el sultán se reunía con el embajador de Venecia para firmar nuevos acuerdos de paz. Desde este momento, los barcos venecianos podrían atracar en los puertos otomanos. A cambio, tendrían que pagar unos costosos impuestos al gobierno y enviar 10.000 monedas de oro a Chipre.
Hatice se confesó con Hürrem
Lo cierto es que las ansias de conquista del sultán no habían terminado y su próximo objetivo es invadir la isla de Rodaspormar: “Conseguiremos que el imperio otomano controle todo el mediterráneo. No voy a parar hasta que seamos dueños de mundo entero”. Su séquito miraba con algo de preocupación el rostro de su monarca, marcado por la necesidad de poder.
Hatice visitó a Hürrem para desearle suerte con el embarazo. Para protegerla delas envidias de palacio, le entregó un amuleto de oro y, tras una charla amistosa, Hürrem descubre que su “cuñada” estaba enamorada de Ibrahim. “Es educado, honesto e inteligente; cuando toca el violín, sientes que estás en otro mundo. Necesito estar siempre con él”, le dijo Hatice. A la mañana siguiente, cuando se reunió con Ibrahim, le contó que su madre quiere casarla pronto y este aprovechó para decirle lo mucho que la ama: “No dejaré que nadie nos separe”.
Tras el nacimiento de Mehmet, el primer hijo de Hürrem, llegó un nuevo embarazo. En esta ocasión, la esclava dio a luz a una niña. Mahivedran celebró que no hubiera nacido otro heredero al trono que pudiera disputarle el título de Sultán a su pequeño Mustafá.
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