La Casa Real Británica siempre ha hecho gala de un férreo protocolo que rige todos y cada uno de los actos que desarrolla la institución, y las normas para actuar ante la muerte de la monarca llevan décadas diseñadas y tienen nombre propio: ‘Operación London Bridge’ (‘Operación Puente de Londres’). Todo lo que ocurra durante los días de luto hasta que se celebre la misa funeral en la abadía de Westminster y el entierro en la capilla de San Jorge de Windsor está previsto.
‘London Bridge’ es el nombre clave que se le da a la reina, de tal manera que para comunicar su muerte se ha usado la frase ‘London Bridge is down’. Su secretario privado, Edward Young, fue ayer el encargado de comunicar la noticia al primer ministro y al resto de autoridades. En ese momento las banderas de Whitehall empezaron a ondear a media asta y Carlos de Inglaterra se convirtió en rey, una proclamación que se hará oficial hoy viernes, cuando Carlos III dé su primer discurso como monarca.
El hecho de que Isabel II haya fallecido en el castillo de Balmoral también afecta al protocolo: la operación Unicornio era la que contemplaba esta posibilidad. El féretro viajará del castillo al palacio de Holyrood (Edimburgo) en un tren especial. De ahí será trasladado a la catedral de St Giles, donde los ciudadanos podrán rendirle tributo.
Después, el féretro llegará a Londres, y permanecerá en el Salón del Trono del Palacio de Buckingham, hasta que se produzca el trasladado al Palacio de Westminster. La muerte de la reina también afecta a las cuentas oficiales en redes sociales de la Familia Real, que no serán actualizadas y permanecerán con el comunicado de la muerte de la soberana durante esos diez días.
Carlos III tiene un papel activo durante estos días: tras su regreso hoy a Londres y su audiencia con la primera ministra, deberá iniciar un viaje que le lleve de gira por Escocia, Gales e Irlanda del Norte. El funeral se celebrará diez días después de la muerte, y será día festivo en todo Reino Unido. Las campanas del Big Ben sonarán y el féretro será llevado a la abadía de Westminster, donde habrá más de 2.000 invitados.
Después, el ataúd será transportado al castillo de Windsor, y finalmente a la capilla de San Jorge. Los restos mortales de Isabel II descansarán junto a los de su padre, Jorge VI, y los de su marido, Felipe de Edimburgo. Su fallecimiento es el fin de una era y su funeral y entierro serán retransmitidos en todo el mundo.
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