Nadie duda a qué campo se dedicaban Cristobal Balenciaga, Christian Dior o Hubert de Givenchy, pero la cosa cambia si los nombres que enumeramos son los de Elizabeth Hawes, Ann Lowe o Rosa Genoni. Ellas son algunas de las mujeres que forman parte del libro Batallón de modistillas (Editorial Carpe Noctem), que recupera la historia de todas esas mujeres que construyeron la moda y que, por el mero hecho de ser mujer, quedaron fuera de la historia.
La periodista y escritora Leticia García cuenta sus historias que bien merecen un lugar central en la moda, mujeres que por su concepción de la moda, sus postulados vanguardistas o su manera de gestionar y transformar sus marcas y empresas pusieron los cimientos de la moda actual. Un ensayo en el que confluyen la moda, el género y la clase social y que se convierte en una maravillosa lectura que más allá de sus líneas, invita a seguir tirando del hilo de aquellas que tejieron la moda el siglo pasado.
¿Cómo surgió la idea de escribir Batallón de modistillas?
Carlos Primo, de la editorial Carpe Noctem, y yo habíamos escrito dos libros juntos y me dijo que le gustaría que escribiera algo. Había trabajado en un par de artículos sobre algo que llevaba tiempo perturbándome y era que cuando una mujer diseña, la ropa cambia. Se las critica mucho porque no hacen cosas tan espectaculares como las que podrían haber hecho Lagerfeld o Galliano, pero me iba dando cuenta de que la ropa que hacen es una ropa real, para vestir y vivir. Hice también un artículo de diseñadoras olvidadas y decidí mezclar ambas cosas. En mi cabeza tenía la teoría de que tenía que haber mujeres que, por el hecho de ser mujeres y a pesar de sus logros, no habían conseguido pasar a la historia. Fui encontrando cosas y así surgió.
Recapitula la historia de aquellas mujeres olvidadas que construyeron la moda. ¿Cuál es para usted la más revolucionaria de todas ellas?
Hay dos. La primera es Elizabeth Hawes. Hace unos ocho años me dieron una beca para estudiar en Nueva York, en la biblioteca del FIT tenían todo digitalizado y di con Fashion is Spinach, uno de sus libros… Leí cómo hablaba de la moda y pensé ‘esta señora es lo más’. Era una mujer que en los años 30 quería saber cómo funcionaba una fábrica para hacer el germen del prêt-à-porter, pero con la idea de que la moda fuera más barata y accesible para las mujeres, que reivindicaba un uso menos clasista de la moda… y luego tiene todo lo que a mí me gusta en alguien, conciencia política, no tener pelos en la lengua a la hora de escribir, es la que más me ha impactado siempre.
Y Rosa Genoni no estaba previsto que entrara pero dimos con ella en un artículo que se titulaba ‘Rosa Genoni, la verdadera precursora del made in Italy‘. Y pensamos ¿quién es? Me puse a investigar y efectivamente era una mujer que se fue a un congreso de sufragistas en La Haya durante la primera guerra mundial, reivindicó cuánto importaba el vestido en el espacio público para cambiar la mente de la gente… Ambas asumían que la ropa era una herramienta eficaz para abrir camino a las mujeres.
¿Se han quedado muchas en el tintero?
Sí, por dos razones. La primera porque no he encontrado suficiente documentación como para contar su historia. Por ejemplo Ola Hudson, que era una diseñadora afroamericana que le hacía los trajes a Bowie, y que luego tuvo mucho que ver con la estética disco. Recordamos a Halston pero ella también aportó a esa estética del Studio 54. Y también al trabajar en esto entras en bucle y no sabes si la persona es muy conocida, y en ese caso no te planteas hablar de ellas.
¿Cree que por fin la industria de la moda reconoce la valía de las mujeres y les está otorgando el papel que merecen o queda mucho por recorrer?
Queda mucho. Ha cambiado, ahora hay más directoras creativas en grandes casas, o gestoras de su propia marca, pero queda porque durante mucho tiempo hemos arrastrado esa idea de que el hombre era el que ideaba, el diseñador, y la mujer, la ejecutora. Y eso es difícil cambiarlo. La mano de obra textil sigue siendo femenina y aunque haya una mayoría femenina en los estudiantes de moda, la toma de decisiones aún es masculina. Puede que Maria Grazia esté en Dior y Virginie en Chanel, que son los dos grandes focos visibles, pero al final quiénes están tomando las decisiones en Chanel y LVMH son señores.
¿En qué se refleja que la dirección creativa de una casa de modas esté liderada por una mujer?
Me di cuenta de que en la mayoría de los casos, cuando es una mujer la que diseña, la ropa está creada para ser llevada. Te puede gustar más o menos Maria Grazia o Virginie o Sarah Burton, pero hay cosas tan absurdas como que algo tenga bolsillos no es tan fácil de encontrar, que tenga una manga realista en el sentido de que se pueda llevar de manera cómoda, que se abra y cierre con cremallera. Muchos de los diseñadores del siglo XX han sido geniales pero no han sido representativos de la realidad, y mujeres como Jil Sander o Phoebe Philo hacen una ropa más real, pensada para ser usada. También me di cuenta de que la gran revolución de la moda reciente, de que la moda no tiene por estar pensada para embellecer y seducir al de al lado, que puede hablar de causas sociales, perturbar… Todas esas ideas más vanguardistas y experimentales en muchos casos han sido de mujeres como Miucca Prada o Rei Kawakubo, han sido mujeres las que se han cuestionado los postulados o finalidad de la moda. Me acuerdo que al hacer un tema sobre Sarah Burton, leyendo una crónica sobre su primer desfile, decía que ella lleva 20 años trabajando con McQueen, lo conoce, pero lo que cambia aquí las cosas es su género. Burton empezó a hacer ropa que no era tan fascinante como la de McQueen pero que se podía llevar a la calle.
Mujeres como Jil Sander o Phoebe Philo hacen una ropa más real, pensada para ser usada
En el libro también reflexiona sobre el concepto de feminidad. ¿Diría que la evolución del ese concepto es uno de los grandes cambios de la moda en el siglo XXI?
Sí, totalmente. Yo creo que hay dos pilares básicos en el siglo XX. El primero es Chanel, que hace un uniforme pensando en una mujer activa que es utópica porque ni siquiera se la ve, que le gustaría que hubiera en la calle: zapato plano con punta negra, bolso cruzado, bolsillos, piensa en una mujer que todavía no existe pero que es dueña de su destino, cambia completamente la feminidad. Christian Dior vuelve con el New Look a esa idea de mujer que es un poco florero, la idea de que la moda está para embellecer y seducir al hombre, incluso el esmoquin de Saint Laurent que se supone que es una revolución dentro del armario femenino está pensado dentro de la mirada masculina para una mujer rebelde, que al vestirse de hombre es como más erótica y sensual. A partir de los 80 y los 90 esta idea de feminidad cambia con todas estas mujeres que han cambiado los postulados, la moda no sirve para que yo seduzca o atraer miradas sino para otras cosas.
En pleno proceso de transformación en muchos aspectos, ¿qué considera qué es lo más urgente que debe cambiar el mundo de la moda?
Todo. Creo mucho en la transversalidad. Me fascina de la moda que en los desfiles todos te cuentan en la nota de prensa cuánto algodón orgánico han usado, lo sostenibles que son, pero a la vez había desfiles en los que yo me sentía incómoda por la delgadez. Pero cómo es posible que esta gente estuviera hace dos años hablando de la diversidad de tallas y ahora la única persona que utilizan como comodín para hablar de diversidad es Paloma Elsesser y las demás pesan 10 gramos. Y te sientes hasta violentado, para mí es todo transversal. La cuestión del feminismo tiene que ver con la de la sostenibilidad, la cuestión de la diversidad tiene que ver con el feminismo… Obviamente si tuviera que priorizar un tema sería ‘no te cargues el planeta’, y luego a partir de ahí pues empezamos a sumar pero creo que todo va unido.
¿Cree que la industria de la moda sería más sostenible y no la segunda más contaminante si hubiera estado liderada por mujeres desde hace tiempo?
No lo sé, pero el ecofeminismo lleva ahí desde los 70 y yo creo en él. No deja de ser una teoría que dice que el género que se encarga de los cuidados es también más sensible a lo que está pasando con el planeta, y te vas dando cuenta de que las primeras marcas sostenibles que se arriesgan y pierden dinero solo por serlo las han hecho mujeres, las mujeres son y han sido las que han hecho la moda con sus manos. No sé si habría ido mejor la cosa pero sí creo que hay una estrecha unión entre la sostenibilidad o la idea de cómo debería ser la moda para ser más limpia.
Creo en el ecofeminismo: el género que se encarga de los cuidados es más sensible al planeta
¿El slow fashion se terminará imponiendo o es difícil desbancar esas marcas que van a precio y al consumo masivo?
Es un tema muy complejo. Por un lado a la generación millenial se nos ha educado para usar y tirar y para pensar que me voy a premiar y me voy a Zara, la idea de la ropa como premio. Es muy difícil revertir esa dinámica, aunque se está consiguiendo y mucha gente ya es muy consciente. Por otro lado el slow fashion manda mensajes complicados en cuanto a sostenibilidad. El mensaje ‘compra menos, compra mejor’ es cierto, pero muchas veces lanzamos mensajes sin pensar en las condiciones materiales de la gente. No puedes decirle a una persona que se compre un abrigo de 400 euros que le dure toda la vida, mucha gente ni tiene ese dinero ni quiere un abrigo que le dure toda la vida. Estamos educados en el ‘cuanto más, mejor’. En la publicidad, en la tele, en las revistas… esa idea de que como es barato te lo compras y si se rompe no lo reparas, te compras algo nuevo y distinto.
A la moda española le cuesta sacudirse los complejos frente a otras como la francesa o la italiana pero ahí están mujeres como Asunción Bastida o Carmen Mir. ¿Qué destacaría de estas dos creadoras que por su trayectoria hoy serían dos grandes de la moda?
Asunción y Carmen fueron ultrafamosas en su momento y aún así nadie las conoce. Bastida no solo destacaba como diseñadora sino como gestora, por su capacidad para ver las necesidades de sus clientas: si hay que hacer punto se hace punto, monto mi tienda de esta manera, gestiono la revista de la cooperativa de alta costura, me voy fuera en un momento en el que las mujeres no viajaban solas… Y Carmen Mir también destacó en ese sentido, creando un sistema de licencias para poner su nombre en distintos objetos, se fueron a la NASA a hacer un desfile… Con esa idea superrompedora de gestión de marca, creo que si hubieran estado fuera habrían sido la bomba, teniendo en cuenta que a las mujeres fuera tampoco se les respetaba mucho.
Volviendo al tema del papel del consumidor y los mensajes que se le mandan, ¿qué papel cree que juegan los medios como prescriptores, cree que podría ser distinto?
Siii claro. Pero ya sabes cómo funciona esto, los medios no viven del aire, pero creo que es una cuestión de enfoque, puedes equilibrar las dos cosas. Puedes vender una tendencia o hablar de una colección pero luego buscar un enfoque que no sea solo el del consumo, algo más reflexivo, incluso ser contradictorio a mí no me parece mal. Decir: tengo esto pero también tengo otro tema en el que hablo de una sostenibilidad más real. Ahora me siento menos culpable y creo que la culpa la tienen más las redes sociales. Ahora mismo el impulso de compra viene más de las colaboraciones con influencers, el post de Instagram. Pero la clave es que estamos entre la espada y la pared, no es que no queramos contar la colección de no sé quién, pero muchas veces lo estás haciendo y dos minutos después tienes que entrevistar a alguien que es activista. Pero todo es cuestión de enfoque, de contar las cosas siendo un poco crítico y arriesgar con algunos temas que puedes hacer con más calma.
El libro es una mirada al pasado y a esas mujeres que construyeron la moda. De las mujeres que están ahora en activo, ¿quiénes cree que van a pasar a la historia como mujeres relevantes por su innovación, su enfoque o la mirada que han aportado?
Pasar a la historia Miuccia Prada sin ninguna duda, y Rei Kawakubo también, y luego espero que Jil Sander y Phoebe Philo. Ellas representan un poco la moda intelectual. Jil Sander me dijo en una entrevista que para ella la moda era una forma de reforzar la inteligencia, no una forma de embellecer. Ellas podrían protagonizar el capítulo de la moda intelectual, mujeres que visten para vivir, para que sean vistas como alguien que tiene más ocupaciones que el hecho de estar guapas. Creo que Maria Grazia estará por ser la primera mujer en Dior y cambiar los valores de la marca de arriba abajo, también Donatella, y espero que otras marcas más pequeñas de mujeres tipo Marine Serre, que hacen activismo a través de la moda.
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