Además del invierno, el otoño es una de las temporadas del año que más hace sufrir a la piel. Sucede que el frío de por sí deshidrata la piel, hace que esta se vea seca, se cuartee, corte, descame y que se irrite, con la consiguiente sensibilización y dolor que eso supone. Además de las bajas temperaturas, hay otro factor que puede aumentar la deshidratación de nuestra piel: el aire seco de las calefacciones, añade la farmacéutica Rocío Escalante, titular de Arbosana Farmacia y experta en dermocosmética. Pero, cuando el frío ya es cosa de otro nivel esto se produce mucho más rápido y es cuando aparecen rojeces que se quedan perennes.
Cuando el frío afecta a la piel ya solo podemos curar el mal que está hecho, algo que será más complicado y tedioso de hacer, además de que habrá que tener paciencia. Pero aunque parezca inevitable, lo que podemos hacer es adelantarnos a las consecuencias. Igual que abrigamos el resto del cuerpo con jerséis y abrigos, debemos abrigar también la piel del rostro para que no sufra o lo haga lo menos posible.
En época de frío hay que prepararla para las temperaturas más extremas, especialmente, como señala la experta farmacéutica,»las más sensibles, que son las pieles secas, las que sufren alguna patología dermatológica como rosácea o dermatitis, las pieles hipersensibles y las pieles maduras». Aquí los pasos básicos para hacerlo.
Paso 1: lava bien el rostro
Al lavar el rostro eliminamos las toxinas y el resto de suciedad que pueda haber en la piel, ya que también puede irritarla. Es muy importante no lavar la cara con agua muy caliente para evitar que se cree un contraste muy fuerte con la temperatura exterior y que esto haga que se corte más rápido. De hecho, podemos intentar lavarla con agua fría, que hará que la piel se vea más tersa.
Paso 2: sérum y aceite
Uno de los principales problemas que ocasiona el frío es que deshidrata la piel porque esta no puede retener la humedad, señala Rocío. Por eso, habrá que proporcionarle a la piel la mayor hidratación posible. Por eso, primero, aplicamos un sérum que sea profundamente hidratante, que reactive la piel y la prepare para absorber mejor la crema que se aplicará posteriormente.
Por su parte, nutre también aplicando aceite facial, que calmará la irritación que pueda producirse.
Paso 3: Principios activos
Nos preocuparemos porque ciertos ingredientes activos se encuentren sí o sí en nuestra rutina pre-frío. Estos pueden estar incluidos en las cremas y tratamientos posteriores, si faltan los incluiremos nosotras mismas. Estos son el ácido hialurónico porque «es capaz de contener hasta 1.000 veces su peso en agua, por lo que es el principal responsable de la turgencia, elasticidad e hidratación cutáneas”, describe Laia Puig, responsable de cosmética de LPG.
A este hay que unir las Ceramidas, que «son unas moléculas lípidas (grasas) que se encuentran de manera natural en nuestra piel, cabello y uñas. Una especie de pegamento”, describe la responsable de cosmética de LPG. «Su función es la de sellar y conservar la hidratación de la piel y mantener la función barrera cutánea frente a todos los agentes externos e infecciones bacterianas.»
No pueden faltar los antioxidantes, que se obtienen con la vitamina C y E. Protegen de los radicales libres y protegen frente a los agentes externos.
Paso 4: crema densa
La crema es una de las partes más fundamentales porque es con lo que realmente «abrigaremos» la piel. Decimos que debe ser densa porque esta tiene que nutrir profundamente la piel y crear una barrera protectora que refuerce la nuestra propia. Una opción es la Vital Perfection de Shiseido, que ayuda a prevenir la sequedad, reafirmar e iluminar la piel en cuestión de semanas gracias a su fórmula ReNeura Technology ++.
Otra opción es esta de Lancôme, la Rénergie Multi-Lift que, aplicándola por la noche, ayuda en la renovación celular y la reparación de la piel.
Paso 5: protector solar
Es otoño, sí, y puede que esté nublado, también, pero el sol no desaparece y sigue dañando la piel. Además, si hay nieve en el suelo, esta creará un efecto espejo que puede provocar quemaduras importantes. Si no la incluye tu crema usa un protector solar como los que se usan en tiempo de playa.
Paso 6: cuidado con los labios y la nariz
Estas dos zonas del rostro están continuamente expuestas a la humedad por la saliva y las mucosidades. Al contacto con el frío, esta humedad irrita directamente la piel y la seca. Por eso, hay que reforzar aún más la protección. Se deberá aplicar una vaselina o mascarilla protectora para que el frío no penetre en estas zonas a pesar de la respiración y liberación de humedad.
Paso 7: bufanda y gorro
Otra de las formas de proteger el rostro es de manera física, con prendas más abrigadas. El gorro y la bufanda hacen una barrera de lana y mantienen el calor de la piel, por lo que el frío no penetra.
Paso 8: refuerza la hidratación
Si se van a pasar varias horas fuera de casa, se debe llevar en el bolso la crema o un spray hidratante que nos permita reforzar la hidratación para que no se pierda la barrera protectora de la piel a pesar de las horas.
Cuidado con las irritaciones
Si ya las hemos sufrido, «hay que aplicar cremas específicas calmantes que nos ayudarán a reparar la barrera cutánea. En casos más graves, lo mejor es consultar con un experto para valorar cada caso», recomienda la farmacéutica Escalante.
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