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Dani García ha sido el último expulsado de Pesadilla en el paraíso, y como tal ha acudido al plató para el debate de cada domingo para hacer un repaso a los casi 100 días de concurso que ha pasado en la granja de Cádiz y en el que ha protagonizado grandes polémicas como su tonteo con Patricia Steisy o sus idas y venidas con Bea Retamal. Así, nada más llegar al plató pedía perdón a Pablo Pisa, novio de Steisy, y comenzaba a analizar su relación con su ¿novia? Ni siquiera él sabe decir si siguen juntos a día de hoy: «No lo sé, si la pregunta es si la estoy esperando sí para tener una conversación que tenemos pendiente», ha confesado el propio Dani, «yo me despedí de ella dándola un beso y diciendo ‘nos vemos fuera'».
Sin embargo, al ver las imágenes, él mismo reconocía que no se trataba de una relación sana, al menos, lo que hemos visto durante su convivencia en el último mes de concurso: «Nadie va a ser feliz en una relación así y no tiene que ser ejemplo de nada para nadie», apuntaba. Pero sí aseguraba que no podía evitar rascar y recordar sus sentimientos («que los tengo», apuntaba) por ella, los cuales son muy profundos y no puede olvidar por lo que sigue abierto a intentarlo con ella, eso sí, sin tanta discusión. «Esto son muchas malas maneras pero a la vez muchos sentimientos», aseguraba.
Eso sí, no sabe que si está enamorado de ella: «te diría que no… seguimos aguantando después de todo esto por lo que nos hemos querido. Al estar después de ocho meses sin vernos en los que no hemos podido rehacer mi vida, en una convivencia de 24 horas, todo se remueve. Igual que florecen todas las cosas malas siguen también las buenas». Y es que tienen una mochila «muy grande» en las que estaban todas las discusiones que tuvieron durante la convivencia.
Precisamente sobre las discusiones, Dani ha sentenciado una cosa: «no soy una mente maravillosa y el resto piezas de mi tablero». Así, se defendía ante las acusaciones de que él es un manipulador y sabe llevar a Bea al límite y lo hace queriendo: «yo no la desquicio pero cuando la discusión llega a un punto yo no me puedo callar porque ya llevo mucho tragándome».
Lo cierto, es que viendo las imágenes se puede ver cómo Dani controla sus emociones y habla tranquilo a Bea o no deja de mirarla mientras ella está gritándole o pidiéndole perdón. «Lo que me duele, de lo que me arrepiento, es porque una discusión entre los dos Bea llegue adonde llegue y se muestre así. Bea no es así, no es un demonio. Aquí sé que estoy en un momento de tensión… yo he tenido discusiones con ella en casa y no son así».
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