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La primera edición de Pesadilla en el paraíso, la versión de ‘La Granja’ está a punto de llegar a su final, e Israel Arroyo ha sido el último expulsado quedándose a las puertas de la final en la que han quedado Daniela Requena, Iwan Molina, Beatriz Retamal y Víctor Janeiro. Y en esta última semana de votaciones en la que los finalistas se encuentran aislados en un hotel de Madrid, sus compañeros les han visitado para poder hacer un alegato en su defensa. Y para hacer la defensa de Víctor ha sido Lucía Dominguín quien ha subido a la habitación del hotel, dando una tremenda sorpresa al torero que le ha dejado con la boca abierta y a quien ha regalado una mandarina de parte de su mujer. Y es que, ambos se convirtieron en uña y carne durante al programa al ser los dos más veteranos.
«¡Madre mía!», se sorprendía el torero al verla, lo mismo que la empresaria quien se sorprendía al ver el cambio que había dado su amigo durante el último mes en el que no le había visto, y es que Lucía era una de las primeras expulsadas por parte del público. Así comenzaba una conversación paralela a la que Carlos Sobera intentaba tener con ellos sin que Dominguín la escuchara. Y aunque no se podía escuchar el principio, sí que se oía en un silencio una frase que dejaba a todos sorprendidos: «¿No ves que yo no veo el programa?, que no me maten», aseguraba. Una frase que dejaba un gran revuelo en el plató.
Aunque esto no era todo, y es que, después de esta confesión, Lucía Dominguín explicaba que tenía mucho calor, lo que le había hecho quitarse los zapatos en medio de plató, y le hacía tirarse en la cama junto a Víctor Janeiro. «Escúchame que sino va a ser un sin dios», le pedía Sobera desde el plató, «Sí hombre, ¡que estoy en la cama con un torero!», bromeaba Lucía quien se negaba a levantarse para hacer el alegato de su compañero.
«Sin Victor, la granja no hubiese tirado para adelante. Nosotros que estábamos al lado tuyo no hubiese seguido adelante», aseguraba Lucía para defender a su amigo. «Víctor merece ganar porque ha sido el granjero especial, el capataz perfecto, el compañero perfecto. Nos ha ayudado a todos». «¿Me comprendéis ahora por qué no me mojaba con nadie?», respondía el torero quien se defendía de las críticas que había tenido desde plató.
Precisamente en el plató, Sobera se encontraba, al igual que Lucía Dominguín sin zapatos, y es que la empresaria la liaba antes de irse al hotel para hacer el alegato. Después de conocer que Lucía se había quitado los zapatos por tener calor, Carlos probaba lo mismo entre risas, aunque más tarde desistía y volvía a calzarse.
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