El gran efecto que el aspecto de las cejas tiene en la percepción general del rostro provoca que continuamente se lancen al mercado tratamientos y productos para mejorar la apariencia de las mismas: más volumen, forma más definida, más densidad… son muchos los propósitos que se buscan a la hora de conseguir que estos elementos del rostro encajen mejor con nuestro gusto personal. Entre los tratamientos más conocidos, se abren paso, desafiando la tendencia de las cejas finas, el microblading y el micrograyling, métodos que tratan de dibujar los pelitos de la ceja a través de la técnica de la micropigmentación.
Puede que las dos técnicas anteriormente mencionadas te suenen y una de las circunstancias que más se plantea a la hora de dar el paso es que se trata de sistemas permanentes. Otra metodología menos invasiva y no permanente es el tinte de cejas, con el que se consigue un resultado más natural. Siempre ha estado ahí, pero por lo general ha sido eclipsado por las técnicas permanentes.
Con el tinte de cejas se definen las fibras capilares existentes a través de un color semipermanente. De esta forma, se logra oscurecer los vellos más cortitos y claritos para que aporten densidad al conjunto. Con esta aproximación desmontamos uno de los mitos asociados a esta técnica: el tinte de cejas no es solo para rubias que tratan de darles una mayor presencia, porque las morenas también tienen vellos mucho más claritos a los que no se les está exprimiendo todo su potencial.
Para llevar a cabo esta técnica lo primero es escoger el tono de coloración correcto. Este es un paso muy importante que tiene un gran impacto en el resultado y un motivo de peso para dejar este procedimiento exclusivamente en manos de profesionales. Los fallos en este paso dan lugar a cejas demasiado oscuras, que parecen de dibujo animado, demasiado naranjas o demasiado grises y ninguno de estos extremos son favorecedores.
Un buen profesional tiene en cuenta varios factores a la hora de crear el color personalizado para cada cliente. Se evalúa el cabello, las mechas, el tono de la piel y el color natural de las cejas y a partir de ahí se hace una mixtura única. Después esta mezcla se aplica sobre el vello asegurando que el producto llegue a la totalidad de los pelitos. Se deja actuar el tinte y, tras su retirada, el proceso se completa con un gel hidratante que aporta nutrición a las cejas.
La desventaja de esta técnica -que según cómo se mire, puede ser una ventaja- es que con el paso del tiempo el color se desvanecerá. Por lo que para un resultado permanente debe hacerse el procedimiento periódicamente. Además de esto, hay algunos profesionales que no ofrecen este servicio porque la agresividad del tinte sobre el folículo piloso de manera repetida puede dañarlo y provocar la caída de la fibra capilar.
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