Nos importa el propósito de las marcas que consumimos. Cada vez más. Y nos interesamos por el proceso de producción de la cosmética que compramos. Ya no ponemos el foco solamente en el producto final. La sociedad cambia, evoluciona y adquiere nuevos hábitos que se reflejan en el consumo. Como consecuencia, las firmas y marcas de cosmética se ven obligadas a adaptarse para seguir presentes en la mente del consumidor y en el mercado.
Y, ¿cómo ha sido esa evolución del consumidor de cosmética? Hay una clara línea ascendente que indica que la sostenibilidad se ha colado como factor determinante en la decisión de compra. Ya en 2020 el estudio Natural & Sustainability Segmentation, realizado por Beiersdorf para Nivea, arrojaba datos interesantes: para un 72% de los españoles la sostenibilidad es un factor motivador para adquirir un producto.
En este ecosistema, no resulta nada extraño que las marcas y los laboratorios cosméticos se estén apremiando para dar con fórmulas más sostenibles en el largo plazo. Una de estas opciones es la cosmética waterless, que apuesta por elaborar productos sin agua. Y es que si revisamos las etiquetas de los frascos que guarda nuestro neceser, el ingrediente número uno será, probablemente, el agua, algo nada sostenible teniendo en cuenta que es un bien escaso en el planeta y poco accesible para parte de la población, aunque esto último a veces se nos olvide.
El agua ha sido tradicionalmente uno de los ingredientes más comunes en cosmética porque con ella se solucionan dos premisas básicas de cualquier producto: la hidratación y la facilidad de aplicación. Además, con ella se consigue una textura agradable que promueve una experiencia sensorial durante el ritual de skincare.
Sin embargo, la industria ha hallado una solución para fabricar cosméticos más respetuosos con el consumo sostenible de agua, sin cercenar la calidad ni la experiencia sensorial que proporcionan. El movimiento waterless tuvo su origen en Corea del Sur y para elaborar esos productos anhidros y proporcionar los beneficios que provenían del agua, esta se sustituye con mantecas, aceites o ceras. Como activos, se opta por aquellos solubles en aceite.
Tras el país asiático el mundo ha seguido su estela y ahora mismo se pueden encontrar en el mercado todo tipo de productos waterless: desde bálsamos limpiadores hasta maquillaje en polvo pasando por manteca corporal o sérums. Sin duda, las ventajas que ofrece esta nueva cosmética son incontestables. Al respeto por el medio ambiente, se añade el respeto por la propia piel. Los productos formulados con agua requieren grandes cantidades de conservantes para mantener a raya las bacterias generadas por esta, un problema que se soluciona cuando se eliminan las siglas H2O de la formulación. Esto posibilita que los conservantes utilizados para la cosmética waterless, por lo general, sean más naturales y por tanto más respetuosos con nuestra piel.
Otra gran ventaja es que este tipo de productos suelen tener formulaciones más concentradas, por lo que hace falta una cantidad menor para cada uso y la duración de cada unidad se prolonga más en el tiempo, lo que permite mayor ahorro. Por otro lado, el menor tamaño de los envases, reducen el peso y los envíos a domicilio son de menor volumen, lo que hace más pequeña la huella de carbono.
Y en el sentido práctico, también introduce una mejora. Al estar elaborados sin agua no encontrarás restricciones a la hora de viajar con ellos, sin importar el medio de transporte elegido. Esta ventaja es especialmente beneficiosa para los viajes en avión, ya que cuando pases el control no tendrás que estar pendiente del límite establecido para los productos líquidos. Y si lo que te preocupa es que pueda tener un precio más elevado, la generalización de este tipo de cosmética y la apuesta de los grandes agentes de la industria ha provocado que en el mercado se puedan encontrar precios muy competitivos.
Pero no todo vale. La etiqueta de «producto elaborado sin agua» no debe cegarnos, ya que no es una garantía de sostenibilidad. El ejemplo más claro es el de los limpiadores en aceite, sin agua. Si los ingredientes de estos no se cultivan de manera sostenible, la huella de carbono de estos será mayor que un limpiador en espuma al agua tradicional.
Fuente: Leer Artículo Completo