Si pronunciamos la palabra retinol, seguro que no tienes ninguna duda de su función en una rutina de belleza. Este activo se ha utilizado como ingrediente en cosmética desde hace aproximadamente 40 años. Comenzó siendo un tratamiento para el acné y luego se descubrieron sus propiedades para el tratamiento de arrugas y manchas de la edad. Otra forma de definirlo: el retinol es la vitamina A en forma de activo cosmético. Pero no es la única, el retinol forma parte de una familia llamada retinoides, en la que también se encuentra el retinal. Ambos tienen aplicación cosmética y su objetivo es ralentizar el envejecimiento, pero sus características son distintas y por tanto también, el tipo de pieles en las que se recomienda cada uno de ellos.
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«Cuando aplicamos cualquier retinoide en el rostro queremos que estos se transformen, haciendo ciertas reacciones químicas hasta llegar a esta estructura [la del ácido retinoico], porque solo este es el que desencadena todas esas acciones tan interesantes de los retinoides [acción antiarrugas, antimanchas…]«, explica la farmacéutica Lena de Pons en una publicación de Tiktok, donde se dedica a divulgar conocimientos sobre cosmética.
Según el retinoide que te estés aplicando, este tiene que hacer más o menos reacciones hasta llegar a la forma de ácido retinoico para poder ejecutar su acción antienvejecimiento, de forma que, según explica la experta, funciona de la siguiente forma: «Cuando tú te aplicar retinol, primero se oxida a retinaldehido, es decir, retinal, y luego se oxida otra vez para convertirse en ácido retinoico y ahí se desencadena la acción». El proceso es diferente si te aplicas directamente retinal: «Solamente habrá una oxidación de retinaldehido a ácido retinoico».
Todo esto quiere decir que al retinal le «cuesta menos» que al retinol llegar al ácido retinoico (son menos pasos), por lo que los productos suelen tener más concentración de retinol que de retinal. Y, ¿en qué se traduce toda esta información a la hora de elegir uno u otro? Todo depende de tu tipo de piel. Según De Pons, para las pieles resistentes, con manchas y arrugas está más recomendado el retinol. Para las pieles grasas, con acné y para las pieles sensibles -incluso con rosácea leve- es más adecuado el retinal. La principal diferencia es que este último tiene propiedades antibacterianas, lo que ayudará a las pieles grasas a estabilizar y equilibrar los niveles de sebo en la dermis.
A la hora de elegir el producto concreto que vas a incorporar a tu rutina, no es recomendable juzgarlo solo por la cantidad de retinol o retinal que contenga, sino que debes hacer una valoración conjunta con el resto de ingredientes de la composición. Si se trata de un producto con retinal, ayudarán a su acción activos como el sodium retinoyl hyaluronate, una combinación del ácido hialurónico con el ácido retinoico que refuerza la acción antibacteriana del retinal y potencia la hidratación.
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