La importancia de la sal en la historia queda patente en muchos momentos. Uno de ellos fue hacia el 500 a.C cuando se construyó la Vía Salaria, una camino que unía las salitreras de Ostia con la ciudad de Roma, convirtiéndose en una de las vías específicamente construidas para el comercio de este condimento, aunque no la única. Han estallado guerras para controlar las denominadas rutas de la sal, ha sido objeto de controversia al ponérsele impuestos demasiado elevados en los años anteriores a la Revolución Francesa e incluso fue la protagonista de la Marcha de la Sal, protagonizada por Gandhi en 1930, que iniciaría la independencia de India y Pakistán.
Habrás oído también que la palabra salario viene de la antigüedad, cuando la sal sustituía a las monedas y otros materiales preciosos en las transacciones económicas. Y es que se trata de uno de los condimentos más antiguos que conocemos y de los más importantes en nuestra cultura.
Demasiada sal en las comidas
Es quizás por eso que comemos muy salado y no lo decimos porque sí. Beatriz Larrea, experta en Nutrición y bienestar integral nos lo cuenta. “Se sabe que comemos aproximadamente 10 gramos de sal al día, el doble de la cantidad recomendada y esto es una muy mala noticia ya que consumir demasiada sal está asociado con hipertensión, un trastorno que a su vez se relaciona con casi el 25% de las muertes.” No, no estamos para bromas con este tema.
© Ilustración de Mar Lorenzo Sales
“Consumir mucha sal hace que retengas mucho líquido en tu cuerpo, lo que sube tu presión arterial. Cuanta más alta sea tu tensión, más presión se pone sobre tus órganos lo que puede derivar en problemas cardiovasculares o demencia.”
Como nos explica Beatriz, el problema es que, por lo general, damos su consumo por sentado. “Hemos puesto el foco sobre el azúcar pero son tres los villanos blancos: el azúcar, la sal y las harinas refinadas, y cada uno de ellos juega un papel fundamental en las enfermedades que azotan los países occidentales." La sal está escondida en todos lados, “alimentos procesados, enlatados y prácticamente todo lo que no es fresco y natural”, nos explica Beatriz.
Un paladar acostumbrado
Está demostrado que debido a la cantidad de azúcar presente en todos los alimentos, necesitamos mucho más azúcar para notar el sabor dulce en nuestros platos. Pues lo mismo pasa con la sal. “El azúcar y la sal intoxican nuestras papilas gustativas y si te acostumbras a consumir alimentos salados, tus papilas gustativas serán incapaces se reconocer el sabor natural de los alimentos y te pedirán más sal. De ahí la importancia de eliminar el consumo de sal añadida, ya que tendremos suficiente con la que viene dentro de los alimentos.”
Como todos los cambios en esta vida, al principio te costará pero el paladar se reeduca. “También es importante no darle a los niños sal antes de los dos años ya que aquí es cuando se programan las papilas gustativas.”
Cambia la sal por especias
“Las especias son fantásticas, tienen un gran poder antioxidante y no contienen sal. Se puede usar chile, pimentón, pimienta, canela, tomillo, cúrcuma, albahaca, cilantro, comino, etcétera”, nos explica Beatriz, así que pueden convertirse en una buena alternativa. “Mi alimento favorito como aderezo es el limón, Inténtalo.”
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