Drawingzila, el ilustrador que nació con un lápiz en la mano

Las redes son tan peligrosas como mágicas y a veces nos permiten tener conexiones que, sin ellas, no hubieran sido posibles. Cuando nos pusimos a trabajar en un número de Harper’s Bazaar centrado en el poder de la colaboración, Inmaculada Jiménez, directora de la revista, tenía claro que la portada debía ser una declaración de intenciones en sí misma. Y qué mejor que unir a una diseñadora y un cantante con un artista. ¡Hecho! Gabriela Hearst, Leiva y Jorge Parra. Trío de ases.

Sin embargo, en Harper’s Bazaar hace mucho que tenemos claro que las barreras entre soportes no existen, que el print y el digital son un todo indivisible, cohesionado y complementario, por lo que esa portada debía cobrar vida a través de un código QR para unir el universo analógico y el digital. Y navegando en los mundos y submundos de Instagram, después de mucho meditar, lo tuvimos claro: nadie como Drawingzila, con su capacidad única para dar vida a las portadas, para crear este hilo. Una visita a su perfil de Instagram, un amor a primera vista, un mail y una conversación de mutua admiración fue suficiente para que Fernando, o Drawingzila, diera vida a la portada de marzo de Harper’s Bazaar. De nuevo, ¡hecho! Gabriela Hearst, Leiva, Drawingzila e Inmaculada Jiménez en una única portada. Póker de ases.

Y es que Fernando, que estuvo años viviendo en Barcelona en su etapa de estudiante de diseño, sabe bien lo que es el poder de la colaboración: «El resultado de esta portada es en realidad una colaboración entre dos animadores de gran talento y yo: Felipe Pellisser y Verônica Lungarini«, nos cuenta este brasileño con alma internacional.

Hablamos con él sobre su trabajo, su forma de entender el arte y, cómo no, de su paso por España.

Cuando eras pequeño, ¿qué soñabas ser?

Siempre, desde pequeño, he ido a todas partes con un lápiz de colorear en la mano. Un recuerdo muy claro de mi infancia es una imagen mía entrando en cualquier sala de espera -donde siempre hay revistas viejas- y empezando a dibujar con los bolígrafos de mi madre universos increíbles alrededor de los personajes de las portadas. En aquella época era una tontería muy divertida, pero hoy estoy muy contento de poder decir que es mi trabajo actual.

Y entonces, ¿cuándo supiste que querías ser ilustrador profesional?

Es una pregunta complicada porque mi cerebro tiene una gran mezcla de recuerdos en los que la ilustración tuvo un papel importante en mi vida. Nací en una casa donde la estética siempre fue una parte muy importante de nuestras vidas: mi madre era una maestra mezclando colores, estampados y estilos. Cuando empecé mi carrera en publicidad, por casualidad (¡o no!), siempre acabé trabajando con cuentas en las que el universo de la moda y el entretenimiento tenían un lugar único. Por aquel entonces fue el momento y el lugar en el que empecé a ilustrar, al principio por diversión, pero en algún lugar de mi mente sabía que trabajar con ello era uno de mis mayores sueños. Años más tarde, cuando viví en Barcelona y el mundo del arte formaba parte de mi universo, empecé a publicar algunos trabajos experimentales en las redes sociales y fue un éxito inmediato. A partir de ahí, sucedieron muchas cosas mágicas.

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¿Recuerdas cómo fue tu primer trabajo?

Es una historia curiosa. Cuando empecé a compartir trabajos personales en las redes sociales sin ninguna pretensión, empecé a recibir mensajes en la bandeja de entrada de marcas que querían trabajar conmigo. Recuerdo claramente el día en que el director de marca de Farfetch me invitó a colaborar con ellos; fue una gran sorpresa porque nunca pensé que una empresa tan grande se interesaría por mis ilustraciones. Ese fue el momento en que todo encajó para mí y empecé a ver la ilustración como un negocio. Este proyecto empezó como una prueba piloto y tuvo tanto éxito que continuó durante tres años. Desde entonces he ilustrado muchas otras cosas interesantes para marcas tan bonitas como Swarovski, Hermès, TikTok y Adobe.

¿Por qué Drawingzila? ¿De dónde viene el nombre?

Siempre me ha fascinado la figura clásica de Godzilla, creada por el director japonés Tomoyuki Tanaka en los años cincuenta. Cuando empecé a ilustrar quería crear un seudónimo que me ayudara a expresarme plenamente, rompiendo todas las barreras que me limitan como persona. Fue entonces cuando encontré la inspiración para el nombre en esta loca criatura que tiene el tamaño de un dinosaurio y nació de una explosión nuclear. Mezclar el nombre de Godzilla con «dibujo» fue un paso claro y desde ese día puedo decir con seguridad que soy más conocido como Drawingzila que como Fernando, que es mi verdadero nombre.

¿Qué es lo que más le gusta de la ilustración y el diseño?

Estoy muy orgullosa de poder contar historias a través de la ilustración. Para mí, lo más guay es saber que una misma narración puede contarse de mil maneras distintas si la ilustran personas diferentes. Hay cosas que ninguna palabra, en ningún idioma, puede expresar, pero un dibujo sí. Es como un mundo mágico en el que puedo mezclar diferentes referencias, crear composiciones personales y presentar una visión del mundo completamente individual.

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¿Cómo definirías tu estilo?

Es difícil de definir porque cambia constantemente. Tengo «épocas», en las que me dedico a temas concretos hasta que me canso y paso a la siguiente; ya he vivido muchas «épocas»: una para dibujar flores, otra rostros, luego otra figuras femeninas, etc. Dicho esto, si pudiera definirlo en pocas palabras, «pop», «inusual», «colorido» y «alegre» son claves para mí a la hora de crear.

Y… ¿cuál es tu técnica?

A la hora de trabajar, hoy en día no puedo vivir sin mi iPad en el bolso, somos como mejores amigos. Eso sucede porque la pintura digital reúne algunas características fundamentales: libertad para cometer errores y arreglarlos rápidamente, uso de colores ilimitados con tonos muy interesantes para los lienzos digitales y, por último, tener la capacidad de remezclar material preexistente, como portadas de revistas, que son mi pasión. Pero, por otro lado, si me preguntan dónde me divierto realmente creando, responderé: déjenme una caja de lápices de colores encima de una hoja en blanco y me pasaré todo el día divirtiéndome con ella.

¿En qué te inspira para tus proyectos?

Es una locura, ¡pero encuentro la inspiración en las cosas más inesperadas! Desde la forma de una flor que he visto en el parque, hasta los escenarios de un nuevo programa que he estado viendo o incluso una persona con un look interesante que he visto en un bar el viernes pasado y que he registrado en mi mente. Si hicieras una foto de mi cerebro, seguro que encontrarías colores, formas e imágenes completamente disparatados; el reto de mi trabajo, que considero el más difícil, es saber mezclar todas estas referencias de una forma bella que resulte visualmente impactante.

¿Una afición que no tenga nada que ver con tu trabajo?

Soy un gran aficionado a la tecnología. Podría pasarme horas hablando contigo sobre la web 3.0, la inteligencia artificial y el impacto de la conectividad en el mundo. Pero esta agenda podemos dejarla para otra conversación (risas).

¿Qué te inspiró para crear la portada de Harpers Bazaar de marzo?

El poder de la colaboración y los lugares locamente hermosos a los que me puede llevar. Creo mucho en el poder del intercambio: sin cruzarme con tanta gente importante que me ha servido de inspiración, nunca habría llegado adonde estoy. El resultado de esta portada es en realidad una colaboración entre dos animadores de gran talento y yo: Felipe Pellisser y Verônica Lungarini, un dúo creativo afincado en Lisboa que me ayuda a convertir en magia en movimiento cualquier cosa que imagine.

¿Qué es lo que más le ha gustado de esta colaboración?

Mi intención con esta portada fue, desde el principio, demostrar que con una pizca de color, todo puede cambiar. Partiendo de cero, teníamos una imagen fantástica como lienzo, preciosa, en blanco y negro, pero muy seria -como debe ser ya que estamos hablando de talentos gigantes-. Cuando me pidieron que ilustrara la portada no pude evitar preguntarme: no hay nada mejor que mostrar contraste. Fue entonces cuando empecé a crear un mundo pop, con pájaros volando, nubes y miniaturas de los ídolos que forman parte de la edición. Estoy realmente enamorada del resultado final.

Soñemos… ¿cuál sería el proyecto de sus sueños?

Cada día que pasa sueño más con poder hacer proyectos en los que la ilustración no sea sólo un detalle, sino el punto de partida de un todo. El mes pasado me quedé alucinado con un proyecto de Jaime Hayón en el que concibió, a partir de sus dibujos, todo un complejo hotelero en Asia. Estos son los proyectos que más me inspiran, aquellos en los que podemos crear un universo mágico a partir de cero… ¡y de garabatos!

Por último, de tu paso por España, ¿con qué te quedas?

Viví en Barcelona un par de años y fue una de las mejores épocas de mi vida. Todavía era estudiante y fue entonces cuando completé mis estudios de diseño en ELISAVA. Allí descubrí quién era como persona y, por tanto, hay muchos rasgos de la cultura española que aún hoy llevo en mi trabajo: un país soleado, fuerte, con personalidad y que enamora a cualquiera.




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