Cuando Frederick Trubee Davison dijo en casa que quería dedicarse a la política, vio cómo el millón de dólares que su familia tenía pensado dejarle como herencia se convertía en dos. Su padre, Henry Pomeroy Davison,dobló la cantidad en perjuicio de sus otros tres hijos porque como socio principal de J.P. Morgan y creador de la Reserva Federal de EEUU, tenía claro que para dedicarse a la política, su primogénito iba a necesitar un buen colchón. De eso hace más de un siglo, pero la situación ha cambiado poco en ese aspecto. Las palabras de Michael Bloomberg anunciando su candidatura a las primarias demócratas lo confirman: "Soy el único con posibilidades para enfrentarme a Donald Trump, declaró el exalcalde de Nueva York y no se refería solamente a las opciones de vencer, también a las de hacer frente a una campaña electoral larga y carísima.
Para empezar, tendrá que batirse con sus compañeros de partido y para ello, ya ha desembolsado 31 millones de dólares para pagar unos spots televisivos que han llevado a sus rivales Bernie Sanders y Elizabeth Warren a acusarlo de comprar las elecciones. Lo que no ha dicho ninguno de ellos, todavía, es que con su decisión, Bloomberg puede borrar pasos que se han dado en la política estadounidense de los últimos años, pues de ganar y llegar a ser el contrincante de Trump, la presidencia se disputaría de nuevo entre dos hombres, blancos, millonarios y en edad de jubilarse.
Tienen derecho a presentarse, pero en el caso de Bloomberg es llamativo si se tiene en cuenta que cuando se despidió como edil neoyorquino en 2013 aseguró que una de sus obsesiones era devolverle algo de lo que había obtenido a la sociedad. Dijo más: "Todos nos debemos comprometer para abrirle las puertas a las personas con menos posibilidades", declaró, pero esa generosidad no parece incluir la Casa Blanca. Con un patrimonio que le va a permitir, como ya ha prometido, no aceptar un centavo de nadie para organizar una campaña por la presidencia de su país, ¿por qué no invertir en alguno de los muchos candidatos que ya tiene su partido?
Un tándem de dos colores
Entre ellos, hay varias mujeres, como la misma Warren o Kamala Harris; minorias étnicas entre las que están el afroamericano Coory Booker o el empresario Andrew Yang. Todos son del Partido Demócrata, donde Bloomberg volvió el año pasado después de años de ausencia. En ese tiempo, el hijo pródigo fue alcalde por el Partido Republicano e incluso como independentiente, condición que no defenderá ahora a pesar de todo su dinero: una de las razones es que el bipartidismo, en EEUU como en casi todo el mundo occidental, está en duda pero no está muerto: solo se ha transformado.
Prueba de ello es la alianza entre republicanos y demócratas para tumbar algunas medidas de Trump: por ejemplo, para sacar adelante una iniciativa que sancione al Gobierno turco y sus militares por la ofensiva en el noreste de Siria después de que el presidente decidiera levantar las sanciones. El motivo principal de esa comunión bipartita, según algunos analistas, es combatir un mal mayor. También evitar o frenar la polarización. Para evitar los extremos también podría ayudar que hubiera en el panorama electoral más opciones políticas, más partidos, por eso a nadie se le escapa que en esas alianzas también hay un interés en conservar el sistema.
La situación no es del todo nueva, pues en 1864, se llegó al culmen de esa colaboración cuando Abraham Lincoln echó a su segundo y eligió a un candidato del otro partido, el demócrata Andrew Johnson para abordar temas tan peliagudos como la Guerra Civil, abolir la esclavitud o construir el ferrocarril. Hoy el "mal" al que se enfrentan muchos republicanos y demócratas es Donald Trump y por eso hay voces que piden un "tiquet" de unidad para las elecciones de 2020. Juleanna Glover, exasesora del Partido Republicano recomendó a Joe Biden en 2018 que se presentará en tándem en 2020 con Mitt Romney. Y otras apuestas dicen que Kamala Harris ganaría opciones si presentara con el exgobernador republicanode Ohio John Kasich. Quizá haya una intención parecida en el anuncio del retornado Bloomberg de "conquistar el centro".
Esa solución, la de mezclarse, se plantea con más frecuencia y como más plausible que la de que un nuevo partido tenga opciones. De ese modo, la unidad pasa por delante del relevo generacional, la renovación o las aspiraciones de las minorías que han logrado hacerse un hueco en la política actual y que ven cómo las élites, a golpe de talonario y con ánimo salvador, ponen aún más alto el techo de cristal.
El dinero manda
Cuando el joven Davison acabó sus estudio en Yale y volvió de la Primera Guerra Mundial, pudo empezar una carrera política a fondo perdido. Su caso suscitó un artículo titulado The Poor Man in Politics en la The North American Review que decía así: “La América democrática tiene una aristocracia política, una aristocracia de la riqueza. La riqueza se puede heredar o se puede obtener. En cualquier caso, la llave que abre la puerta de la vida pública es un ingreso sustancial privado, algo mejor que una pensión del ejército”, dijo haciendo referencia a la asignación que Davison recibía como expiloto.
En esa carrera, el hijo del banquero llegó a ser director de personal de la CIA, nada comparable al cargo al que aspiran Bloomberg y Trump, dos chicos ricos con buenos amigos, dos tipos curtidos en el mundo de la empresa y los entornos más ricos de Nueva York, dos señores que pasan de los 70 años, y sobre quienes pesan o han pesado acusaciones de mujeres que en su entorno de trabajo han sufrido sus comentarios sexistas: Trump ha llegado a presumir de besar y tocar a las mujeres sin su permiso, a Bloomberg lo acusaron de hacer comentarios sexistas a una empleada que su equipo actual define simplemente de "irrespetuosos".
Unas formas que Trump mantiene y Bloomberg intenta corregir, suavizar o borrar de su curriculum. Pero hay algo en lo que el demócrata sigue siendo el mismo joven formado en la Banca Salomon acostumbrado a hacer y deshacer a su antojo: el modo en que ha sacado la chequera a mitad de la carrera electoral por las primarias, restando opciones a otros candidatos que parten con desventaja. Sólo él, Trump y Tom Steyer, el otro millonario demócrata en liza, han puesto dos tercios del total ya gastado entre todos los candidatos a la presidencia, porcentaje que deja claro quién y qué sigue marcando el rumbo de la política estadounidense.
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