Espido Freire es una escritora que siempre ha tenido a la mujer como protagonista, punto de partida e inspiración de sus novelas, ensayos y conferencias. Por eso, la autora quiere revisar la Historia, en la que las mujeres tienen poca presencia, con un libro que es toda una declaración de intenciones. La historia de la mujer en 100 objetos (La Esfera de los Libros) acerca la historia femenina desde una perspectiva distinta, guiada por 100 objetos que tuvieron a las mujeres como protagonistas, destinatarias o inventoras, desde el pintalabios, a la Barbie, el búcaro de barro, la mantilla o la vacuna de la viruela.
Hablamos con la autora no solo sobre el sesgo masculino que siempre ha protagonizado las lecciones de historia, sino también sobre las mujeres más destacadas de este volumen, el papel de la mujer en la literatura y la importancia de la moda y la belleza.
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
Hace unos años la BBC lanzó junto con el British Museum una iniciativa muy interesante: cortar esa dinámica de hechos históricos y biografías y sustituirlas por acercarnos a la historia a través de los objetos. Me pareció muy interesante, porque nos permitía centrarnos en espacios más oscuros o sencillamente revisar determinados datos que pasaban inadvertidos, sobre todo de la vida cotidiana. Carmen, la editora de Esfera de los Libros, también coincidía en que una de las formas más interesantes de abordar una historia de las mujeres podría ser a través de objetos. Se tiende a buscar un número redondo de objetos, elegí 100 aunque luego me arrepentí, hubiéramos tenido de sobra con 50. Además, se da una paradoja: por un lado 100 en cuanto al trabajo de investigación es una auténtica barbaridad, y en cambio son pocos para abordar todos los aspectos de la vida de las distintas mujeres. Tiene mi sesgo, mi mirada y mi elección personal, pero creo que he transmitido lo que yo quería y lo que Carmen Fernández de Blas y Berenice Galaz, las dos editoras, también tenían en mente cuando empezamos a hablar del proyecto.
¿Cree que está cambiando ese sesgo que nos ha hecho mirar la Historia desde un enfoque masculino o aún queda mucho por hacer?
Está cambiando pero queda por hacer, los avances no son homogéneos ni simultáneos. Ni lo son por edad, ni por países ni siquiera por nivel de estudios o familias. Ni se perciben igual en una etapa de nuestra vida o en otra. Hay veces que somos conscientes de determinadas desigualdades, uno de los picos importantísimos es el primer hijo por lo que me han contado mis amigas, que se desmoran determinadas realidades, o determinadas creencias que se tenían. Otro es el paso al mundo laboral, o el momento en el que se empieza a percibir una determinada invisibilidad, en la madurez, y hay otros momentos en los que de manera absolutamente sincera creemos que no, que las diferencias no son tantas. En muchos casos, si preguntas a las adolescentes que están en Secundaria, te dirán que no observan gran diferencia entre chicos y chicas. También influye la visión en general de las mujeres, que somos las que padecemos mayor desigualdad, está más agudizada que la de los varones, que perciben gran parte de los cambios y no lo que está pendiente.
Hay veces que somos conscientes de las desigualdades, como cuando nace el primer hijo
Recoge en su libro, por ejemplo, que se está replanteando que las cuevas prehistóricas fueran pintadas por mujeres porque se han encontrado las huellas de sus manos en ellas. ¿Cuál es el hallazgo que más le ha sorprendido al escribir el libro?
Existe ahora un colectivo que se llama Past Women que está trabajando en volver a situar a la mujer en la historia, encabezando descubrimientos como los de las mujeres en las cuevas, y la interpretación masculina que ha habido de hechos y objetos. Esa línea de trabajo es interesante, y también me parece importante que en los equipos de trabajo coexistan distintas generaciones además de distintos géneros para tener esa sensibilidad. ¿Qué me ha sorprendido más? La mayor parte de los objetos ya los conocía, por eso forman parte de mi lista, pero no conocía todos los datos o contradicciones que se daban en ellos. Me sorprendió que en dos inventos relativamente recientes patentados por mujeres como los pañales desechables y el tipex no arrancaran porque cuando ellas (una mamá y una secretaria) los propusieron al colectivo de empresarios para financiarlos, ellos no los consideraron necesarios sencillamente porque no los tenían que utilizar. Me pregunto cuántos inventos que podrían facilitarnos la vida se han quedado por el camino porque se ha considerado que no eran necesarios.
La historia de la mujer en 100 objetos
¿Cuáles son algunos de esos nombres desconocidos de mujeres que ha rescatado en este libro?
Hay un personaje que me vuelve loca, sobre el que ya he escrito, seguiré escribiendo y me gustaría profundizar que es Egeria. Esa peregrina hispanorromana, la primera escritora de una guía de viajes, es una viajera por cuenta propia a Tierra Santa que nos deja un texto de un recorrido fantástico lleno de cotilleos que escribe para otras mujeres, para esas hermanas que se quedan en el oeste, algunos dicen que en Galicia y otros en El Bierzo. Comienza su compilación con una frase que yo firmaría hoy mismo: «Yo, como soy tan curiosa, he tenido la necesidad de…». Sin curiosidad nada de esto sería posible, ni el libro, ni mi carrera, ni la necesidad de todo lo que queremos cambiar…
¿En cuál de esas mujeres le gustaría reencarnarse aunque fuera por un día?
Déjame donde estoy porque caeríamos en el riesgo de romantizar el pasado. La mayor parte de ellas tuvieron una vida muy miserable, incluso algunas que eran reinas o que eran grandes señoras tuvieron grandes problemas de salud, fueron silenciadas, su trabajo ha necesitado de la ayuda de otros expertos para ver la luz… con todas nuestras carencias, este no ha sido ni un mal momento ni un mal país para nacer.
En el libro tienen cabida temas como la Barbie, el corsé o el autobronceador. ¿A la moda y la belleza se le ha hecho de menos por ser temas íntimamente vinculados a la mujer?
Sí, de hecho he escrito a menudo de ellos. Varias de mis conferencias hablan de la relación de la mujer, el cuerpo, la psicología y la moda, y también la relación entre el cuerpo, la enfermedad y la mujer. Creo que, como casi todo lo que está asociado a lo femenino, tiende a ser considerado un entretenimiento de segunda, independientemente del PIB que genere. Los perfumes o la industria del calzado… continúa siendo mirado por encima del hombro, no solo la moda como producción sino el propio gusto o entendimiento por la moda. Y es una lástima porque yo, que tanto lo disfruto y soy hija de modista, lo lamento. Coser ha sacado de la miseria a muchas mujeres durante muchas generaciones, y siento que otra gente, otros hombres, no puedan disfrutar con las texturas, los cortes, la originalidad, la provocación que implica ese mundo que te permite interpretar, transmitir emociones, poder o sencillamente jugar y disfrazarte.
La mujer siempre ha estado en el centro de sus historias y sus investigaciones. ¿Siente un compromiso ineludible con esa necesidad de que a las mujeres se les reconozcan los logros de la misma manera que a los hombres?
No sé, no es tanto una necesidad como que yo soy así, no me contemplo de otra manera, forma parte de mi manera de ver el mundo, no es una obligación. Desde luego hay un cierto compromiso ético en dar voz a según qué historias pero desde que era niña mi mirada hacia el mundo ha tenido a las mujeres en cuenta y en primer plano. Me cuesta imaginar algo que ocurriera en mi vida o mi forma de enfocar mi oficio que cambiara eso. Está imbuido de cómo percibo las desigualdades, las oportunidades… estoy en un terreno en el que en los últimos años la presencia de la mujer es constante, ellas alimentan conferencias, encuentros, clubes de lectura, la mayor parte de las componentes del mundo editorial, son también mis amigas, aunque sigamos siendo pocas escritoras comparadas con los varones.
¿En qué aspecto le gustaría alcanzar la ansiada igualdad más rápidamente?
El primero y el esencial es el uso de la violencia contra las mujeres, tiene que desaparecer ya. No solo la agresión sexual sino también la violencia física y psicológica. Y a partir de ahí, si eso desapareciera, nos daríamos cuenta hasta qué punto se puede ser más libre y respirar mejor. La violencia en muchas casos agrava las desigualdades económicas, impide un desarrollo intelectual o incluso laboral completo, es algo que tenemos que luchar. Si pudiéramos erradicarla mientras tú y yo sigamos vivas sería uno de los logros más importantes, y si no erradicarla del todo, sí que se convirtiera en algo absolutamente anecdótico.
Si desapareciera la violencia contra las mujeres, veríamos hasta qué punto se puede ser más libre
La consultora independiente GfK decía en 2021 que se publican más libros de hombres pero los de mujeres se venden mejor. ¿A qué atribuye ese dato?
Son datos cambiantes, de año en año y depende de quién publique, esos datos cambian. Si entra Stephen King con un libro nuevo esos datos son distintos. Este año el libro más vendido lo ha escrito el príncipe Harry, así que no le daría demasiada importancia porque es difícil extrapolar eso al día a día. Tenemos una certeza: las mujeres somos el 20% de los nombres que publican, y esos datos se invierten con el número de lectoras: tenemos en torno a un 70% de mujeres que leen más que los hombres. Quizás los resultados de ese estudio tienen que ver con que, cada vez más, las mujeres leen a más mujeres. Y luego también tiene que ver con que en los últimos años ha habido un auge de dos subgéneros, uno de ellos es el negro o policiaco y otro de ellos es el romántico. Y tanto en thriller como en romántica hay nombres de mujer poderosos. Pero si miramos los premios es otra estadística, si miramos los ingresos en la Academia o los reconocimientos vitales son otros, la presencia en periódicos… por eso no me fío mucho de los datos.
¿Lee más mujeres que hombres o no es algo que determine sus lecturas?
En novela contemporánea tiendo a leer de manera equivalente, posiblemente más mujeres, sobre todo ensayo por temas obvios. En clásicos de manera inevitable leo más varones porque el desequilibrio histórico se inclina hacia los hombres.
Desde que escribió su primera novela a los 23 años ha tocado casi todos los palos de su profesión, ¿qué es lo que más le hace disfrutar?
En cuanto a la creación, iniciar un proyecto nuevo. Soy muy curiosa, cada vez que tengo entre manos un proyecto nuevo, me vuelvo a una niña chica. Lo último que he estado haciendo es Ficción Sonora, me encantan los cuentos porque son rápidos e intensos. Pero de todo mi oficio lo que de verdad me gusta es el contacto con el público, es decir, las conferencias, los encuentros, las masterclass, ese momento en el que comparto aquello que he aprendido o pensado y veo delante de mí la reacción de los demás, y generalmente los resultados son muy agradables. Eso genera una especie de adicción y querer que llegue el siguiente. La sensación de hablar y que nadie quiera irse, de que estamos creando una comunidad efímera que genera una transformación emocional e intelectual, es indescriptible. Creo que es aquello que me hace más feliz.
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