Las apariciones de la reina Isabel II durante sus últimos meses de vida fueron muy escasas y sin embargo no faltó nunca a sus compromisos más importantes. Su alto sentido del deber le llevó a recibir a la primera ministra Liz Truss dos días antes de fallecer y su manera de ejercer su cargo durante 70 largos años ha dado lugar, tras su muerte, a preguntas sobre cómo fueron sus últimos años de vida. Unas cuestiones que Gyles Brandreth, un amigo íntimo del Duque de Edimburgo, ha intentado responder a través de la publicación de una biografía sobre la vida de la última reina de Inglaterra: Elizabeth: An Intimate Portrait.
Una de las revelaciones más importantes es que, según afirma esta publicación, la Reina habría luchado en secreto contra una forma muy dolorosa de cáncer en el último año de su vida. Esta biografía, concretamente, detalla que la soberana habría padecido una forma de cáncer de médula ósea, cuyo síntoma más común es el dolor de huesos.
A pesar de que el certificado de defunción de Isabel II, que se hizo público en septiembre, solo registró como causa de su fallecimiento la vejez, ahora podría conocerse la verdadera causa de su muerte. El autor de este texto, que se publica por entregas en el diario Daily Mail, afirma: «Había oído que la Reina tenía una forma de mieloma, cáncer de médula ósea, lo que explicaría su cansancio y pérdida de peso y esos ‘problemas de movilidad’ que a menudo nos preocupaban«. Y sigue aportando algunos detalles: «El síntoma más común del mieloma es el dolor óseo, especialmente en la pelvis y la parte baja de la espalda, y el mieloma múltiple es una enfermedad que suele afectar a los ancianos».
Brandreth señaló que la Reina era consciente de que su tiempo era limitado, pero aceptó la realidad de «buen agrado». Si esta información fuera cierta, serían unos datos que harían valorar mucho más los esfuerzos que la Reina hizo en sus últimos meses de vida por seguir cumpliendo sus compromisos.
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