"Las mujeres deberíamos contar la mitad de las historias"

"Las mujeres deberíamos contar la mitad de las historias"

Cuando desde Miu Miu levantaron el teléfono para pedirle a Carla Simón (Barcelona, 1986) que fuera la próxima directora de uno de los cortometrajes Women’s Tales, la directora de Alcarràs estaba embarazada de su primer hijo. Inmersa en la promoción de la película y en su nuevo proyecto vital, Simón no dudó en responder con «un sí rotundo» a pesar del escaso tiempo libre del que disponía entonces. No quería dejar pasar la oportunidad de formar parte de la serie cinematográfica impulsada por la firma italiana para dar visibilidad al talento femenino tras la cámara. «Sentí cierta presión por figurar en una lista en la que aparecen grandísimas directoras [como Agnès Varda o Lucrecia Martel, entre otras] que son referentes de las que he aprendido muchísimo. Pero al final una debe dejar esas voces fuera, pensar en quién es y centrarse en aquello de lo que quiere hablar».

Haciendo un flashforward desde aquel momento, Carla Simón presenta Carta a mi madre para mi hijo con su pequeño como parte del reparto. Nuestra charla se produce vía Zoom, con unos minutos de retraso causado por los rigores propios de la lactancia, y días antes de que la Academia española de Cine preseleccionara Alcarràs, su segundo largometraje, como candidata para competir por el Oscar a mejor película internacional en la próxima edición de los premios de Hollywood. Después de trabajar con actores amateur en este filme que narra la última cosecha de una familia de melocotoneros, Simón cambia los campos y la tierra leridana por el glamour de las prendas de Miu Miu y un reparto estelar con Ángela Molina a la cabeza. Mantiene, sin embargo, la esencia que la ha llevado al éxito: afrontar con una sensibilidad personalísima temas que le inquietan a nivel personal. Ahora es el turno de la maternidad.

El corto empieza con una frase: ‘Querida mamá, quiero decirte que pronto seré madre’. ¿Qué significado tienen esas palabras para ti?

Es curioso. Tengo muy digerida la muerte de mi madre, pero cuando me quedé embarazada empecé a pensar muchísimo en ella y entendí cosas que no se sienten de la misma manera hasta que no pasas por eso. Creo que es normal que las personas que hemos perdido a nuestros padres volvamos a ellos en cierta forma cuando tenemos un hijo.

¿Te sientes más conectada a ella?

Sin duda. Y con más capacidad de entender por lo que pasó, cómo se sintió… Es bonito, pero también es duro, porque todo es mucho más fuerte de lo que podía haber imaginado.

¿Cómo fue cambiar el costumbrismo de Alcarràs y los actores amateurs por el mundo del lujo y estrellas como Ángela Molina?

Ha sido distinto. Mis películas tienen un tono más realista y ahora quería explorar algo más onírico y poético. Siempre había querido trabajar con Ángela Molina desde que la conocí hace años y la idea de que representara a mi madre fue muy potente porque es una mujer muy maternal, con cinco hijos, y tiene una parte mística que tiene que ver mucho con el proyecto.

Su personaje y el que interpreta Cecilia Gómez están unidos por prendas que comparten y heredan, como un collar o un abrigo. ¿Qué poder crees que tienen las prendas o los accesorios a la hora de conectar a varias generaciones de mujeres?

La idea de la transmisión fue lo primero que me vino a la cabeza al empezar este proyecto porque cuando pienso en moda pienso en mi abuela. A ella le encantaba la ropa, era muy presumida y utilizo a diario varias prendas que eran suyas. Llevo también un anillo que fue un pendiente de mi bisabuela, que luego tuvo mi abuela, y que después hederé de mi tía. Quería hablar de esa capacidad de transmisión que poseen la ropa y las joyas, es una manera de tener presente a las generaciones anteriores. Además, la ropa de Miu Miu es tan especial que la idea se hace incluso más poderosa.

Háblanos de tu relación con la moda. ¿Cómo te enfrentas al momento alfombra roja?

Antes de estrenar Verano 1993 era un mundo sin explorar para mí, pero cuando empezaron las galas Teresa Helbig me llamó para ofrecerse a vestirme. Cuando fui a su taller, y vi que es un trabajo artesano y manual, que pasa de generación y generación, comprendí que es un arte. Desde entonces me apetece más la moda, juego más y me fijo en ella.

En el cortometraje, la protagonista echa de menos tener más videos de su familia. Ahora que lo grabamos todo, que cada niño cuenta con su infancia inmortalizada al completo, ¿cómo crees que influye en la construcción de la personalidad?

Me parece algo muy importante y por eso es una idea central del corto. Yo perdí a mis padres siendo muy pequeña y me falta esa memoria familiar, hay cosas que no voy a saber nunca porque ellos no me las podrán contar y el resto de mis familiares o no las conocen o no se acuerdan. Siento que me falta esa memoria y a veces la he tenido incluso que inventar. Ahora que tengo un hijo no quiero que eso le pase a él, es una manera de reparar lo que me falta a mí.

De momento tu pequeño ya sale en el corto y también forma parte del reparto Ainet Jounou (Alcarràs). ¿Qué aporta a tu cine esa constante mirada infantil?

Siempre me ha gustado trabajar con niños. Soy muy sensible a su mirada, quizá por haber vivido una infancia más vulnerable. Tienen una psicología y unas emociones complejas, añaden naturalidad y misterio porque no entienden del todo las cosas. Aunque sea un caos tener niños en el set, me ayudan a fijar un estilo.

¿Si no hubieses sido cineasta quizá hubieses elegido una profesión vinculada a ellos?

Sí, lo tengo clarísimo. De hecho, cuando estaba estudiando la carrera, estuve de voluntaria en un Casal [ONG que ayuda a niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad] del Raval en Barcelona y dudé en cambiarme. Al final me enganché al cine… sigo trabajando con niños, pero de otra manera.

A pesar de ser la primera directora española en ganar la Berlinale, ¿es una utopía vivir del cine independiente en España?

Por desgracia lo es. Sigue siendo un trabajo muy precario y nos hemos acostumbrado a trabajar con pasión, pero con muy poco dinero, aceptando sueldos que no se corresponden. Alcarràs es una excepción porque fue una coproducción con Italia y eso permitió que se hiciera de una manera y en un tiempo dignos. Este modelo de producción más artesanal, que es el que termina viajando a festivales y representándonos culturalmente, no se cuida. Es un problema. No sé si conozco a alguien que viva solo del cine independiente.

En este corto se reconocen temáticas habituales de tu cine como la familia y el duelo. ¿Es la prueba de que se puede ser fiel a una misma incluso cuando se hace un encargo para una firma?

Sí, es un proyecto especial porque desde Miu Miu me dieron mucha libertad. En general no acepto muchos proyectos así porque para mí es importante que conecten con lo que quiero contar, que tenga sentido en mi momento vital y de exploración artística. Solo así salen bien y los disfruto. Hay que saber escoger.

¿Por qué crees que es importante que se apoye el talento exclusivamente femenino con iniciativas como Women’s Tales?

Propuestas como esta ayudan en la reparación histórica pendiente con el tema de quién cuenta las historias, de llegar por fin a una paridad natural. Las mujeres somos la mitad del mundo y deberíamos contar la mitad de las historias, pero no estamos ahí sino bastante lejos. Aunque a algunos les parezca que hablamos demasiado de ello, hay que poner el foco en el problema para hacer justicia. Estamos en el camino, pero quedan años.




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