Septiembre es el nuevo julio y agosto. Cada vez son más las personas que aguantan y aguantan los duros meses de verano para conseguir viajar más barato, encontrar poca gente en los destinos y, por lo tanto, garantizarse un mayor descanso, y, seguramente, el huir de la vuelta a la ciudad del resto de los ya ‘descansados’.
Pero no todo viaje o escapada significa descansar y desconectar, a pesar de que en la mayoría de las ocasiones así lo pensemos a priori. «Diversos estudios demuestran que el tiempo necesario para llegar a esa desconexión oscilaría entre los 10 y los 15 días de vacaciones, aunque no solo hay que tener en cuenta la cantidad del tiempo, si no la calidad de éste«, explica Sonia Moreno, psicóloga al frente de Enepsicoterapia. «En muchas ocasiones, el salir en temporada alta se convierte en rutina, aglomeraciones, atascos, horarios, preocupaciones… que pueden ser contraproducentes, ya que la desconexión no llega y, para ello, es importante improvisar, ser flexibles, plantearnos situaciones que no nos provoquen estrés; todo depende de nosotros mismos, de nuestras conductas y nuestros pensamientos». En este sentido, y más en personas con tendencia al control excesivo y a la ansiedad, viajar en otra temporada sería de gran ayuda.
Además, por la mayoría es sabido que «se pueden encontrar excelentes chollos; viajar al extranjero en esta época es un 24% más barato que hacerlo en julio y agosto hoy en día y el ahorro es un poco mayor si es dentro de España, un 28%», detallan desde Rumbo. Eso sí, la flexibilidad a la hora de elegir destino es uno de los puntos que más recomiendan en este sentido.
Desde el portal Nuba, especializados en el diseño de viajes a medida por los cinco continentes, reconocen que el porcentaje de personas que viaja fuera de temporada aumenta cada año y, a día de hoy, «el 44% de nuestros clientes se decanta por estas fechas menos típicas». Para ellos, y de cara a esta temporada de otoño, recomiendan cuatro destinos: Oporto, La Toscana, Islandia y Egipto.
A.C. (36 años) estaría en este porcentaje después de apostar en varias ocasiones por esta opción, donde las ventajas son muchas, como las arriba mencionadas. Pero, además, ella destaca el que «te permite visitar destinos como el Sudeste Asiático, por ejemplo, que en verano es más incómodo por los tifones, la humedad o el calor excesivo». Y en cuanto a quedarte en la oficina cuando todos se van, suele equivaler a «menor carga de trabajo así que la jornada laboral es más relajada y llevadera».
Sin embargo, poco se habla de las desventajas que, aunque menores en general, tampoco conviene perderlas de vista, como apunta A.C.: «En ocasiones puede hacer que sea más complicado desconectar, ya que, fuera de temporada, sueles irte 10 o 15 días y de repente cortas el ritmo en mitad del ‘curso’ además de que en muchos trabajos no te permiten cogerte días fuera de los meses de julio y agosto».
R.V., antes freelance, se iba fuera de temporada por obligación: «Para mí el precio no era una ventaja porque yo en febrero me hacía viajes largos, me iba al Sudeste Asiático o a África y no hay paquetes como los que te ofrecen en verano, que es cuando la gente normalmente se puede ir». Eso sí, «en febrero cuando hace frío, te puedes ir al sol, al calor y es verdad que se te hace el invierno más llevadero».
Lo de no poder coincidir con la gente es otra de las desventajas que hay que tener en cuenta y que bien apunta R.V., como también que «cuando no tienes cargas familiares, igual te apetece más el irte fuera de temporada, pero después, más mayor, te apetece más marcharte en verano igual que te apetece librar el fin de semana y no un martes o un miércoles».
Lo que está claro, tal y como apunta la psicóloga Sonia Moreno, es que las vacaciones son necesarias: «A nivel psíquico y emocional ayudan a prevenir trastornos relacionados con la ansiedad, el estrés y la depresión».
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