'Un crimen en el descansillo', un relato corto de Carmen Mola

'Un crimen en el descansillo', un relato corto de Carmen Mola

Lo primero que hay que decir es que Carmen Mola no tiene recuerdos de infancia. No es una manera de hablar, es que nació ya catedrática y escritora. Sus recuerdos pertenecen a alguno de sus tres miembros y no siempre son verdaderos. ¿Este lo es? Eso tendrá que descubrirlo el lector, pertenece a finales de los ochenta, lo que ya es un dato. Y Carmen lo narra en primera persona…

Mes de junio, exámenes finales terminados y a falta de recibir las notas; era una noche calurosa que impedía dormir, en aquellos tiempos nadie tenía aire acondicionado, como mucho un ventilador que hacía un ruido infernal. Mi padre me había dado un ultimátum: si apruebas todo, hay vacaciones, si no, profesor particular todo el verano y te quedas en casa de los abuelos, sin playa. Si lo hubiera sabido antes… Tumbada en la cama no dejaba de darle vueltas, tal vez no debía haber dejado sin contestar esa pregunta del examen de Historia del Arte sobre la catedral de Burgos, es verdad que no me la sabía, pero enrollándome un poco, quizá habría conseguido que algo me subiera la nota, a lo mejor hasta un cinco raspado… Daba vueltas y más vueltas a lo que podía haber hecho y no hice, cuando de repente…

Un estruendo a lo lejos, golpes y carreras en todo el edificio, gritos que venían de la escalera… Estaba sola en casa, así que nada me impedía ir a ver. Cuando abrí la puerta, todas mis preocupaciones quedaron atrás: un regimiento –a mí me parecieron cientos– de policías uniformados con el equipo de asalto y armados recorrían las escaleras gritando sin parar “¡Policía!”. Los haces de luz de los focos rebotaban por el hueco de la escalera y, al asomarme, vi que sacaban esposado al vecino del descansillo. Iba en calzoncillos. Habían tirado al suelo la puerta de su piso. “¡Vuelva a su casa y no salga!”. El grito de un agente me hizo girarme y lo vi a solo unos centímetros de mí, con la pistola en la mano y un casco en el que se reflejaba mi propia cara de pavor. Sin poder articular una sola palabra, le hice caso y me encerré. No me separé de la puerta, intentaba sonsacar de los ruidos y conversaciones que entreoía qué había pasado. Pero los policías ya no gritaban y, al asomarme al balcón, solo llegué a tiempo de ver cómo uno de los cuatro furgones se marchaba.

¿Qué había hecho Alfonso, el del segundo? Era un tipo normal, que saludaba al entrar en el ascensor, que nunca levantaba la voz –según mi padre ni en las reuniones de la comunidad de vecinos–, que un día ayudó a mi madre a subir dos bolsas del súper, que nunca te miraba como si te quisiera desnudar allí mismo, como don Arturo, el del cuarto…

La mañana siguiente, Alfonso fue la comidilla del edificio. Unos decían que había cometido una estafa, otros que vendía pastillas, otros que había robado en su empresa. La noticia apareció en el Diario 16, en El País, en el Ya, en el ABC: Alfonso había sido detenido por el intento de asesinato de su hermano gemelo, Ildefonso, al que no veía hace veinte años.

Y después me preguntan por qué escribo novelas negras… Por Alfonso, por ese vecino del segundo al que casi no conoces, pero con el que te cruzas a diario. Por esos rincones oscuros de nuestra sociedad en los que nadie se quiere fijar. Creo que la novela negra, de alguna forma, arroja luz en esos recovecos. Aunque nos dé miedo adentrarnos en ellos, nos enseña dónde están, quiénes los habitan, qué hacen en las sombras…

Carmen Mola nació en la primavera de 2017 cuando los autores Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero decidieron lanzarse a la creación colectiva que cristalizó con La novia gitana, La red púrpura y La nena. Ganaron el Premio Planeta 2021 con La Bestia.

Fuente: Leer Artículo Completo