Algo muy especial sucede cuando varias mujeres comparten un espacio durante cierto tiempo. Y algo muy especial sucede sobre todo en sus armarios, donde quizá esas prendas destinadas a complacer a los demás desaparecen por primer vez y dejan espacio a otras que si han de complacer a alguien es a quien las lleva. Sucedió en el guardarropa de las hermanas Lisbon (protagonistas de Las Vírgenes Suicidas) o de las estudiantes (y profesoras) de la escuela femenina retratada en La Seducción; e incluso en el de una joven Scarlett Johansson que vivía ajena a todos (mujeres incluidas) en el Tokio más solitario y bello que ha visto el cine contemporáneo (Lost in Translation). Todas, heroínas de Sofia Coppla, esa directora que sabe de soledad femenina y ambientes eminentemente femeninos más de lo que parece. Y todas, mujeres que a pesar de o gracias a su aislamiento han desarrollado un mundo interior tan rico que merece un vestuario a la altura. Y a veces la moda no logra acercarse ni un poquito a tanta complejidad.
© Carola de Armas
O sí. En las tendencias del otoño 2019 se ha abierto un espacio para esos vestidos largos, de escote cerrado y manga larga que las mujeres anteriormente mencionadas necesitan: cuanta más tela, más centímetros disponibles para contar historias, imprimir estampados y colores, y añadir volantes. Así piensan ellas, que no le tienen miedo a esta especie de hábito fantasía que cubre muchos centímetros de piel pero deja mucho espacio para expresarse a quien lo lleva. El vestido como lienzo en blanco contra el que lanzar pintura con fuerza (a lo Jackson Pollock) o que permite jugar con los volúmenes y texturas de las telas empleadas. El vestido como arma de fuego de las intelectuales, las mismas que usaron el negro primero y el vestido victoriano después no solo para distinguirse de la mayoría, sino para plasmar todo su mundo interior en una prenda que estaba destinada a ser diferente (un creación tan personal tenía que serlo).
© Carola de Armas
¿Pueden las firmas masivas apostar por el que sin duda es el vestido más singular, más difícil de definir y de llevar? Zara ha comprado un boleto que sin duda intuye ganador, y no solo porque las recientes tendencias vistas en la última edición de las semanas de la moda así lo han confirmado, sino porque una gran parte de sus fieles compradoras se ha vuelto a enamorar de este modelo complejo con el que mantienen una relación más profunda de la que creen: la tradición de la costura, las telas preciosas, el campo, los volantes, las piezas de mantelería, los encajes. Porque hubo un tiempo en que el universo femenino –entonces aislado, sofocante a veces y preso de un destino inevitable– volcaba toda su fuerza y misterio en esta pieza plagada de detalles que ahora ha desembarcado en las firmas populares para acercarse al gran público.
Estos 10 vestidos largos, de escote cerrado y manga larga de Zara son los que las chicas que tienen más libros que zapatos necesitan.
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