Rossy de Palma y Christian Louboutin: una unión que es puro arte

Rossy de Palma y Christian Louboutin: una unión que es puro arte

Cuando Christian Louboutin arrancaba su carrera hacia el estrellato zapatero diseñó unos zapatos inspirados por las redes de los pescadores del País Vasco; en otra ocasión, emuló las espadrilles catalanas, adornándolas con lazadas de seda. Por eso su siguiente colección cápsula inspirada por el arte de viajar (después de visitar Grecia el año pasado), no podía homenajear otro lugar que no fuera España. «Es uno de esos países donde los artesanos saben cómo mantener su savoir-faire vivo adaptándolo a las necesidades contemporáneas. La cultura aquí es una mezcla de muchas inspiraciones diferentes y eso es algo muy enriquecedor», cuenta el diseñador a Harper’s Bazaar». Centrada en Andalucía, es un homenaje al flamenco creado en colaboración con su gran amiga, la incomparable (e incombustible) Rossy de Palma. «¡Se lo propuse yo!», se adelanta la mallorquina. «Siempre quise hacer algo alrededor del flamenco porque tiene una dimensión universal. Tiene lo triste del quejío, del lamento, pero también la alegría de vivir, los volantes, los lunares, ¡un ‘zapateao’!».

Rossy y Christian se conocieron hace 20 años y fue amistad a primera vista. «A la semana siguiente estaba llevándome en su Vespa por París. Debería ser patrimonio de la ciudad ese paseo en moto con Louboutin, ¡no hay nada más folclórico y divertido!», exclama la artista. El francés tiene muy claro por qué eligió a su amiga para una ocasión tan especial: «Es pura diversión, convierte cada situación en una aventura. Nuestro acercamiento creativo es muy similar y nuestra relación se basa en el humor y en la curiosidad. Trabajar con Rossy no es trabajo en absoluto».

Esta amistad sin condiciones se materializa con la colección Flamencaba, un homenaje al flamenco que se dibuja inspirado por el costumbrismo de la figura de la flamenca encima del televisor o las postales con vestidos de sevillanas bordados con tejido que Louboutin dice recordar con cariño de su infancia. Todo ello sin perder, a través del sentido del humor, la pasión y el respeto por este arte. «Lo mejor es que vamos a devolver algo a nuestra inspiración. Se va a donar parte de las ventas al centro coreográfico de María Pagés en Fuenlabrada, que hace una obra social preciosa a través del flamenco», explica Rossy. Compuesta por bolsos, zapatos y un abanico, la cápsula se ha confeccionado en colaboración con artesanos españoles, poniendo en valor el detalle y la archiconocida tradición de la manufactura patria.

Entre las piezas, destaca el tote Flamencaba Small adornado con bordados que dan relieve a un dibujo de Rossy y Christian vestidos de bailaores y la sandalia Palma, la favorita de Rossy y a la que ha bautizado con el nombre de su ciudad. «Los flecos te van acariciando el empeine y tienes una complicidad contigo misma en cada paso que es una belleza». El diseñador ama España y se pierde siempre que puede por su geografía y sus costumbres. «Sevilla tiene un lugar muy especial en mi corazón. Intento ir una vez al año en Semana Santa». Dice que el flamenco forma parte de su vida, y no olvida mencionar a Rosalía. «La vi el año pasado en Madrid y en París. Me impresiona cómo se las apaña para llevar su amor por el flamenco al escenario internacional con un twist tan moderno. También me gusta lo tradicional, como Estrella Morente, José Mercé o Camarón de la Isla. En general, me gusta la música que te hace saltar de la silla y bailar».

Una actitud que secunda Rossy. «No hay mejor manera de disfrutar de la vida que bailando. ¿Sabes eso de que ‘quien canta su mal espanta’? Pues bailando, más. Así le damos un poco de ligereza a este mundo. Ojalá volvieran los bailes de salón, como cuando fui a Argentina, ¡todo eran bailes! A las 10 de la mañana, en Buenos Aires, podías tomarte un café y bailar un tanguito. Bailando más nos ahorraríamos muchas enfermedades de salud mental».


Fuente: Leer Artículo Completo