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Esta semana, en ‘La Promesa’, todo el servicio se confabuló para cubrir a Jana en sus tareas y que Petra no se percatase de que seguía enferma. Mientras, el plan de Martina, encerrar a Simona y Candela para que solucionen sus problemas, consiguió todo lo contrario. Además, las molestias del embarazo de Pía se acentuaron y el ama de llaves debía afrontar con Gregorio una conversación de lo más incómoda.
Candela, azuzada por las circunstancias, acabó contando a todos la razón de su ruptura con la cocinera: el marido de Simona mató al suyo, y ella lo ocultó. La revelación cayó como una losa entre los miembros del servicio. Por fin llegaron noticias del frente africano, y no eran buenas.
La baronesa de Grazalema anunció su intención de marcharse de La Promesa; pero antes, como cabía esperar, quería dejar zanjado el asunto de la herencia y recibir lo que le correspondía. Cruz no estaba dispuesta a consentir que tal cosa sucediera. Por su parte, Lorenzo no solo reveló a la baronesa que Cruz quería matarla, sino que mantenía una relación muy estrecha con ella. Juntos había orquestado un plan para quedarse con la herencia del barón a espaldas de los marqueses.
Petra le llevó a Elisa un té envenenado y parecía que iba a beberlo sin que Lorenzo la avisase.
Jimena quiso recompensar a Jana por su sufrimiento en casa de sus padres, pero la doncella rechazó el ofrecimiento. Sabía que no podía fiarse de la futura marquesa. El tiempo apremiaba para Manuel, que veía cómo su padre insistía en que asumiera las funciones de heredero y comenzase a gestionar la finca, sin que Catalina estuviese informada de esto. Lope le contó a Jana la terrible noticia que ocultaba, al mismo tiempo que Curro pidió permiso a Lorenzo para ir a ver a su madre Eugenia al sanatorio.
Lorenzo y la baronesa de Grazalema se divertían con la farsa que mantenían ante Cruz. Lorenzo advirtió a su amante de que Cruz estaba pensando en envenenarle con el café, y ella prometió que sería prudente. Los dos se regodearon con la idea de tener en su poder el dinero del barón.
La llegada de Blanca Palomar, una aventurera fotógrafa, vieja amiga de Manuel, escamó a Jimena, que se moría de celos al ver la complicidad de la mujer con su esposo. Cruz y Lorenzo convencieron al notario para destruir la última versión del testamento, una vez ellos hubieran acabado con la vida de la Baronesa. Y ese momento no tardó en llegar… Petra le llevó a Elisa un té envenenado y parecía que iba a beberlo sin que Lorenzo la avise.
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