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Esta semana en ‘La Promesa’, se organizan los preparativos para celebrar el velatorio del señorito Tomás, mientras que Catalina no se encuentra con fuerzas para asistir al sepelio de su hermano, a pesar de las presiones que sufre por parte de Cruz y del propio Barón de Linaja. Por su parte, Petra sigue encargando a Jana las tareas más duras por orden de la marquesa, quien quiere deshacerse de la “nueva criada”.
Cerca de allí, Leonor pide disculpas a Mauro por haberlo abrazado y besado: «No me di cuenta de lo que hacía». La joven asegura que tal muestra de afecto fue producto de la tristeza y que se dejó llevar sin medir las consecuencias. Sin embargo, la realidad es que a Leonor le gustó el beso y está dispuesta a repetirlo.
Mientras tanto, el comisario Conrado prosigue con la investigación para encontrar al asesino de Tomás. El sargento cree que se trata de un crimen pasional, sospecha de Jana y la interroga. El comisario decide entonces realizar un registro exhaustivo en el palacio para buscar el arma del crimen y el anillo que le fue robado al difunto antes o después de su muerte.
Gracias a sus últimas pesquisas, Conrado descubre que el asesino de Tomás cambió de sitio el cadáver. ¿Por qué? Eso mueve al sargento a buscar cualquier mínimo resto de sangre por todo el palacio, para inquietud de la marquesa, que se muestra algo nerviosa. Por su parte, Simona no se ve capaz de seguir en el palacio tras la muerte de Tomás, y así se lo hace saber a Pía, el ama de llaves, pero no cuenta con la reacción de Catalina al enterarse de su inminente marcha.
El modo en que Leonor vive su incipiente relación con Mauro es tan extremo y despreocupado que el sirviente empieza a tener miedo de las consecuencias para con ambos. A su vez, Jana sigue dispuesta a sobrellevar cualquier tarea que le impongan con tal de quedarse en La Promesa, pero no cuenta con el inconveniente de resultar herida en uno de esos laboriosos trabajos. Manuel, por supuesto, hace por ayudarla en lo que pueda.
Jana sale airosa de una trampa puesta por la marquesa
Al día siguiente, Jana esconde el abrecartas antes de que Conrado y sus hombres registren su habitación, saliendo airosa de la trampa que Petra y la marquesa trataron de tenderle. A Conrado, sin embargo, la actitud de la muchacha le saca de quicio y la encierra en una habitación. Al enterarse, Manuel sale en su defensa, cosa que inquieta a Cruz, que cree que su hijo empieza a sentir algo por la sirvienta.
Mientras, Pía recibe un regalo sin remitente. Se trata de un colgante precioso que todo el servicio puede ver. El correo también trae carta de Antonio para Simona. Todos se reúnen para escuchar las nuevas del hijo de la mujer, que relata las huelgas en la fábrica para la que trabaja. Además, Continúan los escarceos amorosos de Mauro con Leonor. Tras muchas negativas por parte del lacayo, este por fin se deja llevar y sucumbe a los encantos de la joven. Juntos entran en la habitación de Leonor besándose apasionadamente cuando alguien golpea la puerta, ¿quién será?
La marquesa insta a su hijo Manuel a acercarse a Jimena y ayudarla a superar el duelo. Este último, siguiendo los consejos de su madre, la lleva de paseo a por los alrededores de La Promesa. Mientras, en cocinas, Simona está desesperada. Tiene las piernas muy hinchadas y necesita un refuerzo en las cocinas. Por si fuera poco, Candela le confiesa que ella no sabe cocinar y que no hizo los ricos manjares del otro día.
Sin embargo, la marquesa tiene otras prioridades y busca una nueva doncella para que haga de asistenta personal de la señorita Jimena. Pía se encarga de divulgar la noticia por los pueblos de alrededor. La elegida, que se presenta voluntaria para el puesto, es Teresa. Todos los criados se quedan de piedra cuando descubren que es novia de uno de los lacayos del servicio, nada más y nada menos, que de Mauro.
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