Entrevista a Taburete por su nuevo álbum 'Matadero 5'

Una hamburguesa y una copa para cada uno, “hamburguesa a medias”, señalan. Este fue el primer pago que recibieron Antón Carreño y Willy Bárcenas en las etapas tempranas de Taburete cuando lo contrataron para tocar en una hamburguesería o, como dicen, “bueno… ‘contratar’; habíamos ido preguntando en sitios para dejarnos tocar y apareció esta hamburguesería a la que íbamos por las tardes”. Un grupo que nacería de “una manera muy natural”, como puntualiza Willy, el cantante, y cuyo arranque, mediante encuentros, la introducción en plataformas digitales, el contacto con una productora y 3 o 4 meses en la grabación de su primer disco, porque, como confiesan, “éramos un poco paquetes y nos costaba mucho grabar cada voz, cada guitarra…”, daría lugar a su primer disco Tres tequilas (2014), entrando así en la lista de los más virales de Spotify, llenando el Teatro Barceló en 2015 “sin esperar nada en absoluto” y lo demás ya es historia.

Ahora, tras casi 9 años de carrera, Taburete evoluciona e innova en sonido para su último trabajo Matadero 5 (2022), siendo “un poco más modernos y alegres respecto a los dos anteriores”, como señala Antón. Porque si algo caracteriza al grupo madrileño es la amplitud de estilos que abarcan, nunca se acomodan y apuestan por diferentes sonidos. “Escuchamos todo tipo de música, nos gusta fusionar también, lo que pide la canción no nos negamos a dárselo porque no nos da miedo salirnos de la fórmula en la que se supone que se concibe Taburete”, añade. Un sonido “influido por la tradición: boleros, rancheras, y flamenco ahora”, puntualiza Willy. Sí, ahora Taburete también aborda este género en su nuevo trabajo, mediante canciones como Camarón con Omar Montes y colaboración de La Húngara. “Omar es un gran tipo, coincidimos en un festival donde tocábamos los dos, yo tenía esa idea en la cabeza de hacerla con él y, bueno, surgió, le gustó la canción y rápidamente afloró esa química”, explica. Una colaboración “de blancos o negros, hay gente que la ama y gente que no la ha entendido…”, explica. Canción que, además de engrosar la lista de sus diversas colaboraciones –Café Quijano, Rosario Flores, Hombres G, Dvicio, José Mercé en Nostalgia
o Miguel Campello para Penúltimo beso entre
otras–, como termina señalando, expone uno 
de los pilares de Taburete “…pero que va a
ganar muchísimo en directo”.


Su alma máter son, sin duda, los conciertos: “Es con lo que realmente disfrutamos y donde se ve la esencia de Taburete. Nuestro punto fuerte es el directo sin duda”. Y también, por qué no, esa libertad de decisión. “No hay nadie que nos diga que eso no es lo que se lleva ahora, aquí decidimos nosotros: cuándo grabarlo, lanzarlo y hacer la gira”, aclara Antón. Una libertad decisiva que ha configurado un imaginario lleno de referencias. “Este disco hace referencia a un libro que a mí me encanta y comparte el mismo nombre, de Kurt Vonnegut. Al final, con el disco anterior, La broma infinita, también era homenaje a otro libro que me gustaba, y pensamos en seguir con esta idea”. E indudablemente, no podía faltar el cine. “La canción John Ford (del álbum La broma infinita) menciona a un director, pero vamos, yo soy un enfermo del cine por encima de la música incluso. Me gusta muchísimo, mi sueño frustrado es ser director de cine, me encanta meter un homenaje a directores o películas que me gustan”, remata Willy.

Con el arranque de la era Matadero 5 y una nueva gira por delante, Taburete mira a 2023 con ilusión. “Tenemos en la cabeza el 21 de abril, el concierto del WiZink Center, donde no damos un concierto desde el año 2017 […]. Ya no es una moda, un momento puntual de suerte, sino que 5 años después podemos volver a hacerlo”. Sin duda, ya no es cosa de suerte, sino de esfuerzo y mucho trabajo.

ROOMING: CYNTHIA DE LA VEGA (MERY MAKEUP). PRODUCCIÓN: BEATRIZ VERA. ASISTENTE DE FOTOGRAFÍA: LUIS ÁLVAREZ.

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