Liz Taylor y Richard Burton, Goldie Hawn y Kurt Russell, Tom Hanks y Rita Wilson, Penélope Cruz y Javier Bardem… La historia del séptimo arte está escrita (también) en clave sentimental. Parejas que mueven y conmueven dentro y fuera de las pantallas, que han hecho de su pasión su mayor unión. Como ellos. Sorprende, por amantes de la privacidad, que lleven juntos una década, aunque Luis Tosar (Lugo, 1971) y Luisa Mayol (Chile, 1981) se conocieron mucho tiempo antes. “Fue en la boda de unos amigos en común. Ella, muy amiga de la novia, también actriz chilena; él, un productor asturiano muy amigo mío. Pero no volvimos a coincidir hasta muchísimos años después”, dice el actor gallego mientras toma de la mano a Luisa, que añade: “Él iba bastante a Chile y coincidíamos en eventos y cenas, todos me hablaban de la importancia de Luis, y yo decía:‘¿Pero qué tan importante tiene este hombre?’. Al final coincidimos en la grabación de un videoclip, que fue realmente el primer trabajo que hicimos juntos, pero no nos ‘liamos’, como dicen ustedes acá, hasta un año después…”. “O dos…”, sentencia él.
Hoy, la pareja tiene dos niños: León, de siete años, y Luana, de tres y medio (L y L por partida doble…, o cuádruple), a quienes intentan inculcar el valor del esfuerzo y la importancia de la profesión de sus padres. “Nuestros niños entienden a la perfección que papá y mamá se dedican a lo mismo, por lo que no es un conflicto que desaparezcamos de vez en cuando por rodajes –continúa Luisa–. Han aprendido a vivir así, pero intentamos estar con ellos lo máximo posible, son nuestra prioridad y seguirán siéndolo”. Para Tosar, hay algo fundamental en la educación de sus hijos: el contacto con la realidad. Por ello, cuando se le pregunta qué queda de aquel niño que pasaba los veranos pescando a orillas del río Miño a su paso por la parroquia lucense de Xustás, su respuesta es bidireccional: “Lo que hago con ellos es intentar reproducir de alguna manera mi infancia, transmitirles esas aficiones, disfrutar de la naturaleza de la forma más directa. Es precioso ver cómo nuestros hijos adoran bañarse en el mismo río de mi niñez, irnos al sur de Chile y jugar con su bisabuela al ajedrez en una cabañita de madera reciclada en mitad de un alejado camping, desconectados totalmente de la tecnología…”.
Deseos de una vida ética y honesta, que cada vez se ponen más difíciles: cambio climático, pandemias, guerras… ¿Qué mundo le estamos dejando a las nuevas generaciones? “Cuánta razón llevas –responde Luis–. Realmente si ves el panorama que hay y la perspectiva de futuro, es para echarse a temblar. Groenlandia es una de las mayores reservas de uranio, somos 8.000 millones de personas en el mundo, el proceso de descarbonización está comprometido… Es difícil pensar que haya una buena fórmula para mantener un planeta entero con recursos finitos, pero tenemos que mirar hacia la sostenibilidad”. En ese momento, Luisa pone en pie un hilo de esperanza: “Yo confío en ellos, en las nuevas generaciones. Los escucho y veo cómo están de comprometidos con ciertas cosas con las que nosotros nos hemos ido comprometiendo a lo largo de nuestra vida. Ellos serán quienes le den la vuelta… Y no solo a esto, también al bullying, al odio en las redes sociales, a la salud mental…”. En un ejercicio de puesta a punto en las RRSS, Tosar confiesa su inadaptación, “nuestra generación nada entre varias aguas, todavía nos cuesta adaptarnos al desembarco de la tecnología digital, pero como dice Lu –así la llama él–, el cambio vendrá en las nuevas generaciones, han nacido con esto, saben gestionarlas y de alguna manera más profunda entienden la sociedad en la que viven. En mi caso, es mejor acostumbrarse a que ya se vive de las rentas e intentar acoplarte lo mejor que puedas a este mundo cambiante (risas).Además, diré, que hay un papel que no han cumplido las redes sociales en su totalidad, el de la crítica a una sociedad en decadencia. Es decir, seguramente, como en En los márgenes –la primera cinta dirigida por Juan Diego Botto y en la que actúa Tosar–, veremos situaciones extremas de desahucios, familias que han tenido que dejar de pagar sus hipotecas por la inflación y los tipos de interés, y estén acuciadas por las deudas… Es un problema cronificado en nuestra sociedad, pero mientras tanto nos hemos dedicado a estar pendientes del ocio, de cierta información opiácea para estar todos contentos y felices, seamos instagramers y verlo todo bonito. Y las redes no han sido lo suficientemente eficientes a la hora de concienciar a las generaciones más jóvenes de que tenemos una sociedad defectuosa y deficitaria en muchas cosas”. Deficitaria como recoge la película Fatum, el trabajo de Juan Galiñanes que se estrena en abril y en la que participa la pareja de actores (tras coincidir en Quien a hierro mata, Paco Plaza, 2019, y en un corto también dirigido por Botto, Relatos con-fin- a-dos). “Fatum es nuestro trabajo más grande. Creemos que si hemos superado Fatum juntos es porque nuestra relación será hasta la eternidad, puesto que es una película con una carga emocional importante donde todas nuestras secuencias son juntos. Ha sido un bonito y gran desafío, de los trabajos más enriquecedores de mi carrera y estoy feliz de esta oportunidad en España ya que es muy complicado entrar en una industria que no sea la tuya». Tosar la mira con ternura y adoración, cómplice de la gran actriz –y compañera– que tiene a su lado, mientras alude a una frase que nos deja a todos tocados de amor: “Uno tampoco se puede alegrar de sus éxitos porque cuando estás con alguien y vives en pareja, los éxitos son de dos, nunca de uno».
PELUQUERÍA Y MAQUILLAJE: VICKY MARCOS PARA SEBASTIAN PROFESSIONAL. PRODUCCIÓN: BEATRIZ MARTÍNEZ VELASCO. ASISTENTE DE FOTOGRAFÍA: ÍÑIGO GARCÍA.
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