Balenciaga y sus pendientes hechos con el cordón de unos zapatos

Balenciaga ha vuelto a hacerlo. Solo unos días después de acaparar la atención mediática tras poner a la venta un bolso que imita una bolsa de basura y cuesta 1.700 euros (el mismo que protagonizó su desfile para este otoño-invierno), la firma de lujo, una de las mejor valoradas y más deseadas del momento, repite hazaña viral con unos pendientes. Denma –a secas, ya sin el Gvasalia–, director creativo de la firma, tiene un don para convertir objetos cotidianos en codiciadas piezas de lujo y ha repetido la jugada lanzando unos pendientes confeccionados con unos cordones de zapato. ¿Su precio? 195 euros, una cifra asumible para una firma de lujo, pero que se encuentra a años luz de los 3 o 4 euros por los que pueden comprarse unos cordones en cualquier mercería.

La web multimarca Matches Fashion, que comercializa el diseño, aclara que efectivamente los pendientes están confeccionados a partir de unos cordones, lo que «destaca la capacidad de Demna para incorporar objetos comunes en las colecciones de joyería de la casa». Solo en la tuerca del diseño puede leerse el logo de Balenciaga, único detalle que los separa de un diseño DIY (do it yourself o hazlo tú mismo) que cualquiera con un poco de maña podría confeccionar.

El catálogo de joyería de la firma está protagonizado por objetos de lo más variopintos convertidos en colgantes, anillos o pendientes. Desde piezas con forma de dedal hasta otras que recrean la forma de un imperdible pasando por collares creados a partir de las cuentas de colores de plástico propias de la joyería infantil. También hace unos meses lanzó varios accesorios protagonizados por aquellos chupetes de juguete que los hijos de la década de los noventa llevaron colgados del cuello. Y no ha sido la única gran firma que ha convertido materiales poco nobles y diseños aniñados en objetos de culto a precio de diamante. Bottega Veneta indignó a las redes sociales hace unos meses lanzando el típico collar de flores elaborado con cuentas de colores por 2.500 euros.

Si bien la propia Coco Chanel enfureció al gremio joyero francés cuando lanzó su controvertida y famosa bisutería a base de gemas falsas y materiales corrientes en los años 20, en aquel momento su propuesta fue una revolución: era la primera vez que se creaba bisutería de lujo. En nuestros días, sin embargo, ni siquiera el factor de la innovación justifica el precio de estas creaciones. Tampoco los materiales. El lujo, considerado etimológicamente una «desviación de la norma» puede permitirse, sin embargo, establecer precios desorbitados para cualquier creación imaginable. Quien las compra sabe que no lo vale, pero establece una declaración de estatus e intenciones. Y es ahí donde Demna basa parte de su estrategia comercial, sin olvidar el factor viral. Lo dejó bien claro hace unos días cuando puso al a venta su bolso-bolsa de la basura. «No podía perder la oportunidad de hacer la bolsa de basura más cara del mundo, porque, ¿a quién no le gusta un escándalo en el mundo de la moda?»⁠.



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